En eso se ha convertido mi cabeza: en una ventana abierta por la que se cuela el pasado de los demás. Y no estoy muy satisfecha.
El pasado nos pertenece. Nada hay tan nuestro como aquello que hemos vivido. Y hay algo terrible en pensar que por culpa de mi don, el pasado de otros está expuesto a mi mirada.
No es culpa mía, claro; no puedo evitarlo. Pero no me gusta. Ayer Tara me agarró del brazo y la vi discutiendo con su madre. Mamá me abrazó y la vi paseando por París con Mi padre (antes de que papá se volviera gilipollas, claro). Victor me rozó al pasar y vi a un niño triste haciendo una maleta.
Víctor.
Me había prometido no volver a hablar de él, mucho menos a escribir. Me había prometido no pensar en Víctor, no recordar a Víctor.
Claro que esto tampoco es culpa mía ¿no?
No puedo evitarlo. Ni lo de Víctor ni lo de las visiones.
Por fortuna, hasta ahora no he visto nada muy privado. Solo escenas domésticas, cosas sin ninguna importancia. Pero me pregunto qué pasará el día que esto cambie.
El día que vea algo más.
Algo que nadie debería haber visto.
Valeria Oriol
viernes, 25 de febrero de 2011
Una ventana a las sombras
Publicado por
Valeria Oriol Alexandre
en
1:31
1 comentarios
Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir en XCompartir con FacebookCompartir en Pinterest
domingo, 13 de febrero de 2011
La madre de Tara
Fue así como me enteré de porqué razón la madre de Tara parece estar siempre triste.
Me enteré porque me dio una brazo. Parece una tontería ¿verdad? Me dio un abrazo y vi en mi cabeza algo que no pude entender, o al menos no inmediatamente.
Vi a la madre de Tara llorando desesperada, como si fuese la persona más desdichada del mundo,como si ya nada le importase más que sus lágrimas y su desesperación.
Aquello no duró mucho, por fortuna. Pero fue tan claro, tan real, que el corazón casi se me para y me puse pálida como la pared. Tuve que meterme en el baño y lavarme con agua helada. Por cierto, un consejo: para tranquilizaros, para que el pulso vuelva a su sitio, nada como dejar caer agua muy fría sobre las muñecas. Es muy extraño, pero sirve para desacelerar el corazón.
Y eso fue lo que hice yo mientras, desde el otro lado de la puerta, Tara me preguntaba si me encontraba bien.
Encontrarse bien. Ya. Es que eso es muy relativo.
No comenté nada a nadie. Ni a mi madre, ni a Tara. Comí con ellas dos intentando prestar atención a lo que contaban, aunque la cabeza se me iba constantemente ala escena que acababa de ver dentro de mí.
Luego, cuando me iba a marchar, me fijé en una foto en que la madre de Tara, mucho más joven, sujetaba en brazos a un bebé guapo y regordete.
- ¿Eres tú?- le pregunté a Tara
- No - contestó - es mi hermana.
- ¿Y dónde está ahora?
- En ningún sitio. Murió hace catorce años, al poco de nacer yo.
Así que era eso loque había visto: a la una madre que había perdido a su hija.
Me enteré porque me dio una brazo. Parece una tontería ¿verdad? Me dio un abrazo y vi en mi cabeza algo que no pude entender, o al menos no inmediatamente.
Vi a la madre de Tara llorando desesperada, como si fuese la persona más desdichada del mundo,como si ya nada le importase más que sus lágrimas y su desesperación.
Aquello no duró mucho, por fortuna. Pero fue tan claro, tan real, que el corazón casi se me para y me puse pálida como la pared. Tuve que meterme en el baño y lavarme con agua helada. Por cierto, un consejo: para tranquilizaros, para que el pulso vuelva a su sitio, nada como dejar caer agua muy fría sobre las muñecas. Es muy extraño, pero sirve para desacelerar el corazón.
Y eso fue lo que hice yo mientras, desde el otro lado de la puerta, Tara me preguntaba si me encontraba bien.
Encontrarse bien. Ya. Es que eso es muy relativo.
No comenté nada a nadie. Ni a mi madre, ni a Tara. Comí con ellas dos intentando prestar atención a lo que contaban, aunque la cabeza se me iba constantemente ala escena que acababa de ver dentro de mí.
Luego, cuando me iba a marchar, me fijé en una foto en que la madre de Tara, mucho más joven, sujetaba en brazos a un bebé guapo y regordete.
- ¿Eres tú?- le pregunté a Tara
- No - contestó - es mi hermana.
- ¿Y dónde está ahora?
- En ningún sitio. Murió hace catorce años, al poco de nacer yo.
Así que era eso loque había visto: a la una madre que había perdido a su hija.
Publicado por
Valeria Oriol Alexandre
en
19:07
0
comentarios
Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir en XCompartir con FacebookCompartir en Pinterest
Etiquetas:
"Sombras"; Marta Rivera de la Cruz
miércoles, 9 de febrero de 2011
Ver el pasado
Nieva en Bline, como siempre.Estoy sola en mi habitación mientras el viento sopla fuera y los copos se estrellan contra la ventana de esta casita de cuento de hadas en la que vivo ahora.
Tengo muchas cosas en la cabeza. A Víctor, desde luego. Pero no solo a él.
Porque los problemas surgen cuando menos lo esperamos. Y, sobre todo, en el último sitio en el que esperábamos encontrarlos.
Ya sé que no soy muy explícita, pero esto es todo lo que puedo contaros.
Cuando era pequeña, soñaba con poder ver el futuro. Ver lo que iba a ocurrir, a mí o a otras personas. Poder prevenir desastres, por ejemplo. Advertir de la posibilidad de un accidente, de una catástrofe, de cualquier cosa que pudiese hacer daño a alguien.
De toda la lista de superpoderes, ninguno me parecía tan útil como el de poder ver el futuro.
Pero nunca pensé en qué ocurriría si, de pronto, adquiriese la facultad de ver el pasado. Pero no el mío. El de otros. Tener una ventana abierta a las sombras de otras personas. A los secretos más oscuros. A esa parte de la memoria que todos preferimos que permanezca dormida.
No todas las cosas que nos han ocurrido deben ser recordadas. Y, sobre todo, muchas de ellas no deberían ser jamás conocidas por alguien distinto a nosotros. ¿Te gustaría que un desconocido pudiese un buen día meter la nariz en tus recuerdos?
Pues me he dado cuenta de que yo sí puedo.
Me llamo Valeria Oriol Alexandre, y acabo de darme cuenta de que puedo ver el pasado de otras personas sólo con tocarlas.
Tengo muchas cosas en la cabeza. A Víctor, desde luego. Pero no solo a él.
Porque los problemas surgen cuando menos lo esperamos. Y, sobre todo, en el último sitio en el que esperábamos encontrarlos.
Ya sé que no soy muy explícita, pero esto es todo lo que puedo contaros.
Cuando era pequeña, soñaba con poder ver el futuro. Ver lo que iba a ocurrir, a mí o a otras personas. Poder prevenir desastres, por ejemplo. Advertir de la posibilidad de un accidente, de una catástrofe, de cualquier cosa que pudiese hacer daño a alguien.
De toda la lista de superpoderes, ninguno me parecía tan útil como el de poder ver el futuro.
Pero nunca pensé en qué ocurriría si, de pronto, adquiriese la facultad de ver el pasado. Pero no el mío. El de otros. Tener una ventana abierta a las sombras de otras personas. A los secretos más oscuros. A esa parte de la memoria que todos preferimos que permanezca dormida.
No todas las cosas que nos han ocurrido deben ser recordadas. Y, sobre todo, muchas de ellas no deberían ser jamás conocidas por alguien distinto a nosotros. ¿Te gustaría que un desconocido pudiese un buen día meter la nariz en tus recuerdos?
Pues me he dado cuenta de que yo sí puedo.
Me llamo Valeria Oriol Alexandre, y acabo de darme cuenta de que puedo ver el pasado de otras personas sólo con tocarlas.
Publicado por
Valeria Oriol Alexandre
en
21:46
1 comentarios
Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir en XCompartir con FacebookCompartir en Pinterest
Etiquetas:
"Sombras"; Marta Rivera de la Cruz
viernes, 28 de enero de 2011
Cosas que no entiendo
No es que me apetezca mucho hablar de ello, pero desde que estoy en Bline han empezado a ocurrirme cosas que no entiendo. Cosas raras, que hacen que esté inquieta.
Supongo que acabaré escribiendo sobre ellas, pero de momento no tengo ganas. Primero necesito ordenar mis ideas. Luego, supongo, no me importará compartirlas con alguien más, porque de momento estoy guardándome todo para mí sola.
Aquí no para de nevar. Hace frío. No pensé que pudiera hacer tanto, la verdad. Por fortuna, el pueblo entero parece estar preparardo para las bajas temperaturas. De no ser así, nos convertiríamos todos en productos de congelador.
Estoy contenta en el Insti. La gente, ya lo conté el primer día, es la mar de agradable. Me han recibido fenomenal. Ahora me he incorporado al grupo de estudio de Tara y sus amigas.
¿Qué es eso del grupo de estudio? Yo también me lo pregunté la primera vez. Resulta que aquí la gente estudia en grupos, en cada uno de los cuales hay alguien a quien se le da bien determinada asignatura. Yo soy el refuerzo de matemáticas. Una vez a la semana, a veces incluso más, nos reunimos en una casa para estudiar todas juntas y resolver dudas.
No estoy segura de que el sistema me convenza. Siempre he preferido estudiar sola. No se me da muy bien trabajar con más gente, y en cuanto a lo de explicar... me conozco, y sé que perderé la paciencia en cuanto tenga que aclarar una duda y no me entiendan a la primera. Pero ya sabéis lo que dicen: donde fueres, haz lo que vieres.
En fin, ya seguiré contando. Y lo aclararé todo en cuanto empiece a etender esas cosas que, de momento, dibujan en mi cabeza un interrogante.
Supongo que acabaré escribiendo sobre ellas, pero de momento no tengo ganas. Primero necesito ordenar mis ideas. Luego, supongo, no me importará compartirlas con alguien más, porque de momento estoy guardándome todo para mí sola.
Aquí no para de nevar. Hace frío. No pensé que pudiera hacer tanto, la verdad. Por fortuna, el pueblo entero parece estar preparardo para las bajas temperaturas. De no ser así, nos convertiríamos todos en productos de congelador.
Estoy contenta en el Insti. La gente, ya lo conté el primer día, es la mar de agradable. Me han recibido fenomenal. Ahora me he incorporado al grupo de estudio de Tara y sus amigas.
¿Qué es eso del grupo de estudio? Yo también me lo pregunté la primera vez. Resulta que aquí la gente estudia en grupos, en cada uno de los cuales hay alguien a quien se le da bien determinada asignatura. Yo soy el refuerzo de matemáticas. Una vez a la semana, a veces incluso más, nos reunimos en una casa para estudiar todas juntas y resolver dudas.
No estoy segura de que el sistema me convenza. Siempre he preferido estudiar sola. No se me da muy bien trabajar con más gente, y en cuanto a lo de explicar... me conozco, y sé que perderé la paciencia en cuanto tenga que aclarar una duda y no me entiendan a la primera. Pero ya sabéis lo que dicen: donde fueres, haz lo que vieres.
En fin, ya seguiré contando. Y lo aclararé todo en cuanto empiece a etender esas cosas que, de momento, dibujan en mi cabeza un interrogante.
Publicado por
Valeria Oriol Alexandre
en
18:51
1 comentarios
Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir en XCompartir con FacebookCompartir en Pinterest
Etiquetas:
"Sombras"; Marta Rivera de la Cruz
lunes, 24 de enero de 2011
Mirar hacia otro lado
Tara me dijo que Víctor y ella se enrollaron el año pasado. Pues bueno. A mí, la verdad, lo mismo me da. Es cosa de ellos dos ¿no? Yo a Tara casi ni la conozco. En cuanto a Víctor... bueno, pues todavía no conozco menos que a Tara. Y me importa una mierda los rollos que se traigan el uno y la otra.
Sigo mi proceso de adaptación a Bline. Ya me voy acostumbrando al frío extremo de este pueblo. Y yo me quejaba del que hace en la sierra! Esto es otra cosa, os lo digo yo.
Por otro lado, tengo que reconocer que es bonito. La nieve, y todo eso. Los abetos, tan blancos bajo el peso del hielo. Los carámbanos. Las macetas con flores de pascua que aún cuelgan de las farolas, aunque hace mucho que acabó la Navidad. Los tejados de pizarra. Y las casas de piedra, todas iguales.
Todas iguales, sí.
Y eso es algo que no acaba de gustarme. Esa uniformidad: en este pueblo, da la sensación de que todos se parecen unos a otros.
Eso hace que me sienta como un elemento extraño. Aunque no soy la única: Víctor tampoco es como los demás. Me doy cuenta de que cuando alguien hace un broma y todos se ríen al mismo tiempo, solo Víctor y yo nos quedamos como cortados. Como si no entendiésemos qué es lo que les hace tanta gracia a los otros. Hoy, cuando todos se desternillaban con una tontería que había dicho Toño, Víctor y yo nos quedamos callados y nos miramos.
Víctor.
Tara está loca por Víctor. Y Tara es amiga mía.
Así que debería empezar a mirar hacia otro lado. Por mucho que sigan atrayéndome los ojos de Víctor.
Sigo mi proceso de adaptación a Bline. Ya me voy acostumbrando al frío extremo de este pueblo. Y yo me quejaba del que hace en la sierra! Esto es otra cosa, os lo digo yo.
Por otro lado, tengo que reconocer que es bonito. La nieve, y todo eso. Los abetos, tan blancos bajo el peso del hielo. Los carámbanos. Las macetas con flores de pascua que aún cuelgan de las farolas, aunque hace mucho que acabó la Navidad. Los tejados de pizarra. Y las casas de piedra, todas iguales.
Todas iguales, sí.
Y eso es algo que no acaba de gustarme. Esa uniformidad: en este pueblo, da la sensación de que todos se parecen unos a otros.
Eso hace que me sienta como un elemento extraño. Aunque no soy la única: Víctor tampoco es como los demás. Me doy cuenta de que cuando alguien hace un broma y todos se ríen al mismo tiempo, solo Víctor y yo nos quedamos como cortados. Como si no entendiésemos qué es lo que les hace tanta gracia a los otros. Hoy, cuando todos se desternillaban con una tontería que había dicho Toño, Víctor y yo nos quedamos callados y nos miramos.
Víctor.
Tara está loca por Víctor. Y Tara es amiga mía.
Así que debería empezar a mirar hacia otro lado. Por mucho que sigan atrayéndome los ojos de Víctor.
Publicado por
Valeria Oriol Alexandre
en
22:49
0
comentarios
Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir en XCompartir con FacebookCompartir en Pinterest
Etiquetas:
"Sombras"; Marta Rivera de la Cruz
jueves, 20 de enero de 2011
Los ojos azules
Víctor tiene los ojos más azules que he visto en mi vida. Son unos ojos raros. Con la luz de la nieve parecen grises, pero luego tienen un raro color oscuro. Es alto. Y de espaldas anchas. Tara dice que hace mucho deporte. Debe ser por eso.
Es un chico raro. Le toma el pelo a todo el mundo, o al menos eso parece. Y, como dice continuamente, le gusta ir a su aire. En eso nos parecemos, supongo. A mí tampoco me hace gracia que me dirijan.
Víctor tiene una sonrisa muy bonita, de dientes perfectos. Parece un anuncio de pasta de dientes o algo así.O de una empresa de ortodoncias: "Confíe en nosotros y se quedará así".
Tiene mi edad, pero cuando está serio parece mayor. Y a veces da la sensación de que guarda un secreto. Un secreto que no está dispuesto a compartir con nadie. Eso parece difícil en Bline. Pero ¿acaso no tenemos todos derecho a tener nuestros secretos?
Víctor tiene el pelo castaño oscuro. Un pelo bonito y muy brillante. Tara dice que también es muy suave. Ella sabrá, digo yo.
Víctor me ha mirado a los ojos. Por eso sé que él tiene los ojos más extraños del mundo.
Es un chico raro. Le toma el pelo a todo el mundo, o al menos eso parece. Y, como dice continuamente, le gusta ir a su aire. En eso nos parecemos, supongo. A mí tampoco me hace gracia que me dirijan.
Víctor tiene una sonrisa muy bonita, de dientes perfectos. Parece un anuncio de pasta de dientes o algo así.O de una empresa de ortodoncias: "Confíe en nosotros y se quedará así".
Tiene mi edad, pero cuando está serio parece mayor. Y a veces da la sensación de que guarda un secreto. Un secreto que no está dispuesto a compartir con nadie. Eso parece difícil en Bline. Pero ¿acaso no tenemos todos derecho a tener nuestros secretos?
Víctor tiene el pelo castaño oscuro. Un pelo bonito y muy brillante. Tara dice que también es muy suave. Ella sabrá, digo yo.
Víctor me ha mirado a los ojos. Por eso sé que él tiene los ojos más extraños del mundo.
Publicado por
Valeria Oriol Alexandre
en
0:14
2
comentarios
Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir en XCompartir con FacebookCompartir en Pinterest
Etiquetas:
"Sombras"; Marta Rivera de la Cruz
lunes, 17 de enero de 2011
Primer día de clase
Hoy he empezado en mi nuevo instituto. Son las dos y media y me he escapado a un ordenador para contaros un poco lo que hay por aquí.
Tara,que es muy buena chica, me recogió hoy en casa a las nueve menos cuarto para acompañarme en mi primer día. Se lo agradecí muchísimo, porque es difícil empezar sola en un sitio nuevo. Así que Tara se vinoconmigo y me presentó a mis nuevos compañeros.
Soy incapaz de recordar los nombres de todos, pero ya puedo decir que me demostraron más simpatía en cinco minutos que mis antiguos compañeros en cinco meses. Parecen alegres y contentos: está claro que les gusta vivir aquí. Y eso me da esperanzas. Esperanzas de que quizá algún día me encuentre en Bline tan bien como parecen encontrarse ellos.
Los profesores también parecen buena gente. Me dieron la bienvenida con mucha amabilidad. Es como si a todo el mundo le preocupase mi estado. Diréis que soy rara - bueno, de hecho lo soy - pero esa actitud no acaba de gustarme. La verdad, preferiría que se olvidasen de mí. Que me dejasen un poco a mi aire. Lo cual no quiere decir que no agradezca que se preocupen por mí.
La comida del instituto es buenísima, de verdad. Y, para colmo, a la hora del recreo nos sirven chocolate caliente y unos bizcochos muy ricos. Increíble ¿verdad? Tara me explicó que es solo durante el invierno, para evitar que en los meses de frío tengamos que salir fuera a tomar algo durante el descanso.
Y me doy cuenta de que, no sé si deliberadamente o no, he dejado a Víctor para el final. Porque, después de que Tara me diese la lata con él, por fin lo he conocido.
Pero no voy a hablar de él ahora.Son casi las tres. Y es hora de volver a clase.
Tara,que es muy buena chica, me recogió hoy en casa a las nueve menos cuarto para acompañarme en mi primer día. Se lo agradecí muchísimo, porque es difícil empezar sola en un sitio nuevo. Así que Tara se vinoconmigo y me presentó a mis nuevos compañeros.
Soy incapaz de recordar los nombres de todos, pero ya puedo decir que me demostraron más simpatía en cinco minutos que mis antiguos compañeros en cinco meses. Parecen alegres y contentos: está claro que les gusta vivir aquí. Y eso me da esperanzas. Esperanzas de que quizá algún día me encuentre en Bline tan bien como parecen encontrarse ellos.
Los profesores también parecen buena gente. Me dieron la bienvenida con mucha amabilidad. Es como si a todo el mundo le preocupase mi estado. Diréis que soy rara - bueno, de hecho lo soy - pero esa actitud no acaba de gustarme. La verdad, preferiría que se olvidasen de mí. Que me dejasen un poco a mi aire. Lo cual no quiere decir que no agradezca que se preocupen por mí.
La comida del instituto es buenísima, de verdad. Y, para colmo, a la hora del recreo nos sirven chocolate caliente y unos bizcochos muy ricos. Increíble ¿verdad? Tara me explicó que es solo durante el invierno, para evitar que en los meses de frío tengamos que salir fuera a tomar algo durante el descanso.
Y me doy cuenta de que, no sé si deliberadamente o no, he dejado a Víctor para el final. Porque, después de que Tara me diese la lata con él, por fin lo he conocido.
Pero no voy a hablar de él ahora.Son casi las tres. Y es hora de volver a clase.
Publicado por
Valeria Oriol Alexandre
en
14:47
0
comentarios
Enviar por correo electrónicoEscribe un blogCompartir en XCompartir con FacebookCompartir en Pinterest
Etiquetas:
"Sombras"; Marta Rivera de la Cruz
Suscribirse a:
Entradas (Atom)