Sí, ya lo tengo. Lo haré pronto: tal vez mañana, o pasado: Hoy, Lou ha anunciado su visita a nuestra casa "para hacer compañía a mamá".
Hay que tener morro: primero le levanta a su marido, lo cual hace que se quede sola, y luego viene a hacer compañía. Eso s como si yo le quitara una de sus máscaras étnicas africanas, la estrellase contra el suelo y luego le regalase un bote de pegamento para que le quedase como nueva.
Hacer esas cosas es propio de gente como la tía Lou.
A ver que cara se le pone cuando su querido Audi se convierta en un montón de chatarra. Aunque todavía no sé muy bien cómo voy a conseguirlo. Si me hubiese propuesto pintarrajearlo sería más fácil - aunque no imposible - , pero lo que quiero es reducirlo a un guiñapo inservible. Que tenga que llevarlo al desguace. Que deba rascarse el bolsillo para comprarse otro coche con tapicería de piel de persona y colores raros
Desde que he tomado la decisión de vengarme, me siento un poco mejor, y eso me hace pensar que tal vez soy una mala persona.
En el colegio hablan de la paz, el amor y bla bla bla. Pero, después de pasar un mes horrible, lo único que me consuela y me da fuerza es la ideade venganza.
A lo mejor soy una especie de monstruo. Quizá haya algo malo dentro de mí.
Quizá,cuando crezca, me convierta en una delincuente. Aunque, la verdad, yo no me veo en plan asesina en serie, sino más bien como una vengadora. Como alguien que va por ahí haciendo justicia.
Y eso no puede estar mal.
domingo, 31 de octubre de 2010
Ya lo tengo
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Valeria Oriol Alexandre
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jueves, 28 de octubre de 2010
El coche de Lou
El coche de la tía Lou es un audi de gama alta, o eso es lo que ella dice. Ni sé cuántas veces le he escuchado contar que tuvo que esperar cuatro meses a que llegase el modelo que quería, de color gris grafito.
Y vosotros diréis ¿qué color es ese? Pues un negro a medias, como aclarado con un chorretón de blanco. Pero, claro, a ella lo de Gris Grafito le parece finíssssssimo y pijissssssimo como su dichoso y cochino coche caro.
Luego está lo de la tapicería. Ella dice que es cuero, y a lomejor es verdad. O ha ido más allá, y le ha puesto a los asientos un forro de piel de persona.
La tía Lou es capaz de eso y de mucho más. De matar a cuatro o cinco desdichados para que el interior de su coche sea sssssuave y elegannnnnnnte.
La tia Lou trata al coche como si fuese de su familia, o eso es lo que parece. Una vez, yendo con ella mamá y yo, un tipo le hizo una rozadura pequeñísima,del tamaño de la uña de un dedo del pie, y había que ver como se puso de histérica. Parecía que le habían hecho una cicatriz en mitad de la cara como lade ese tipo, Scarface, y que iba a ncesitar cirugía estética en lugarde un poquito de chapa y pintura.
Ya véis que drama, que te rasquen el coche. Pues para Lou si lo fue. Una desgracia, vamos.
Así que no tengo duda sobre mi punto de actuación: si quiero machacar a la tía Lou, su coche es la víctima perfecta.
Al principio pensé en comprar unos cuantos aerosoles y decorárselo. Podría pintarle nubecitas, símbolos de la pazde esos de la pata de pollo, corazones... o, simplemente, escribirle "zorrazorrazorrazorra" muchas veces, en el capó, en las ventanillas, en los tapacubos...
El problema es que la tía Lou deja siempre el coche en el garaje. También podría actuar cuando ella estuviese en mi casa, pero entonces es seguro que no podría rematar la obra maestra: mi madre, o la propiaLou, me pillarían con las manos en la masa.
Por otro lado, tampoco es tan caro pintar un coche
Tiene que haber algo más. Y creo que ya sé lo que es...
Y vosotros diréis ¿qué color es ese? Pues un negro a medias, como aclarado con un chorretón de blanco. Pero, claro, a ella lo de Gris Grafito le parece finíssssssimo y pijissssssimo como su dichoso y cochino coche caro.
Luego está lo de la tapicería. Ella dice que es cuero, y a lomejor es verdad. O ha ido más allá, y le ha puesto a los asientos un forro de piel de persona.
La tía Lou es capaz de eso y de mucho más. De matar a cuatro o cinco desdichados para que el interior de su coche sea sssssuave y elegannnnnnnte.
La tia Lou trata al coche como si fuese de su familia, o eso es lo que parece. Una vez, yendo con ella mamá y yo, un tipo le hizo una rozadura pequeñísima,del tamaño de la uña de un dedo del pie, y había que ver como se puso de histérica. Parecía que le habían hecho una cicatriz en mitad de la cara como lade ese tipo, Scarface, y que iba a ncesitar cirugía estética en lugarde un poquito de chapa y pintura.
Ya véis que drama, que te rasquen el coche. Pues para Lou si lo fue. Una desgracia, vamos.
Así que no tengo duda sobre mi punto de actuación: si quiero machacar a la tía Lou, su coche es la víctima perfecta.
Al principio pensé en comprar unos cuantos aerosoles y decorárselo. Podría pintarle nubecitas, símbolos de la pazde esos de la pata de pollo, corazones... o, simplemente, escribirle "zorrazorrazorrazorra" muchas veces, en el capó, en las ventanillas, en los tapacubos...
El problema es que la tía Lou deja siempre el coche en el garaje. También podría actuar cuando ella estuviese en mi casa, pero entonces es seguro que no podría rematar la obra maestra: mi madre, o la propiaLou, me pillarían con las manos en la masa.
Por otro lado, tampoco es tan caro pintar un coche
Tiene que haber algo más. Y creo que ya sé lo que es...
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miércoles, 27 de octubre de 2010
Lo que le importa a Lou
Lo dije ayer: si quiero devolverle la pelota a la tía Lou, tengo que pensar en algo que le importe de verdad.
Supongo que ahora a la muy zorra lo que le importa es mi padre, pero poca cosa puedo hacer ahí.
También le importa su casa: la muy imbécil está suuuuuper suuuuuper orgullosa de su precioso apartamento decorado por uno de esos caraduras que te cobran una pasta por pintar todo de blanco y escoger media docena de muebles carísimos y unas máscaras africanas.
En serio, deberíais ver el apartamento de Lou: parece un hospital de un poblado de Kenia o algo así: las paredes, la alfombra, el sofá, todo de un blanco que da grima, y luego un montón de cacharros "étnicos", que apuesto a que ni siquiera ella sabe lo que significa.
Los puñeteros cacharros étnicos costaron un riñón, y me apuesto a que el decorador los compró en el chino de la esquina y luego le dijo que los había traído de Senegal o de sabe Dios donde.
El caso es que Lou esta tan contenta con su apartamento, que sería maravilloso jorobárselo. Y bien fácil, por cierto: con llevar un spray de pintura negra, todo arreglado.
La verdad, con lo cabreada que estoy ahora mismo, lo pasaría fenomenal entrando en su casa con un bote de titanlux para ponerlo todo perdido, y un palo de fregona para hacer trizas sus cochinas máscaras del África Negra compradas en el Todo a Un Euro.
Pero no nos engañemos: ¿cómo iba yo a poder entrar en el apartamento de la tía Lou?
Así que descartado lo de hacer el gamberro en su casa, ap esar de lo estupendamente que me lo pasaría y toda la adrenalina que podría soltar.
Tiene que ser otra cosa. Y pensando, pensando, he recordado lo que más quiere Lou. Más incluso que su apartamento moníssssssimoy pijíssssssimo.
A mi tía Lou le encanta su coche.
Empecemos por ahí. ¿Qué os parece?
Supongo que ahora a la muy zorra lo que le importa es mi padre, pero poca cosa puedo hacer ahí.
También le importa su casa: la muy imbécil está suuuuuper suuuuuper orgullosa de su precioso apartamento decorado por uno de esos caraduras que te cobran una pasta por pintar todo de blanco y escoger media docena de muebles carísimos y unas máscaras africanas.
En serio, deberíais ver el apartamento de Lou: parece un hospital de un poblado de Kenia o algo así: las paredes, la alfombra, el sofá, todo de un blanco que da grima, y luego un montón de cacharros "étnicos", que apuesto a que ni siquiera ella sabe lo que significa.
Los puñeteros cacharros étnicos costaron un riñón, y me apuesto a que el decorador los compró en el chino de la esquina y luego le dijo que los había traído de Senegal o de sabe Dios donde.
El caso es que Lou esta tan contenta con su apartamento, que sería maravilloso jorobárselo. Y bien fácil, por cierto: con llevar un spray de pintura negra, todo arreglado.
La verdad, con lo cabreada que estoy ahora mismo, lo pasaría fenomenal entrando en su casa con un bote de titanlux para ponerlo todo perdido, y un palo de fregona para hacer trizas sus cochinas máscaras del África Negra compradas en el Todo a Un Euro.
Pero no nos engañemos: ¿cómo iba yo a poder entrar en el apartamento de la tía Lou?
Así que descartado lo de hacer el gamberro en su casa, ap esar de lo estupendamente que me lo pasaría y toda la adrenalina que podría soltar.
Tiene que ser otra cosa. Y pensando, pensando, he recordado lo que más quiere Lou. Más incluso que su apartamento moníssssssimoy pijíssssssimo.
A mi tía Lou le encanta su coche.
Empecemos por ahí. ¿Qué os parece?
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martes, 26 de octubre de 2010
Sacar la cabeza
Eso es lo que voy a hacer a partir de ahora: sacar la cabeza. Silvia no quiere saber nada de mí, y no pienso seguir lamentándome por ello. Borrón y cuenta nueva.
Mi madre parece estar algo mejor. Sigue triste, claro, pero ya no tiene esas ojeras, ni tampoco la mirada perdida. Ayer pedimos pizzapara cenar. Com champiñones y pimiento, porque mi madre no quiere que comamos grasa.
Es un avance: hace una semana que solo comía ensaladas y purés de verduras. Le vendrá bien un poco de comida basura, para varia.
He decidido no decirle nada de los de Papá con Lou. No ganaría gran cosa sabiendo lo que le han hecho.
Pero, cuando le doy vueltas a lo sucedido, cada vez me da más rabia, y cada vez tengo más claro que debo hacer algo. El qué, no lo sé. Pero si de algo estoy segura es de que la bruja de Lou no se puede ir de rositas después de lo que ha hecho.
Tengo que hacerle algo que recuerde toda la vida. Algo que, al pasar el tiempo, siga escociéndola y pueda pensar: me lo tengo merecido.
Una vez, en un libro, leí que para hacer daño a una persona lo primero que había que tener claro eran las cosas que le importaban de verdad.
Así que loque tengo que decidir ahora es qué le importa a la tía Lou.
Lo demás es cuestión de tiempo.
Cosa mía.
Mi madre parece estar algo mejor. Sigue triste, claro, pero ya no tiene esas ojeras, ni tampoco la mirada perdida. Ayer pedimos pizzapara cenar. Com champiñones y pimiento, porque mi madre no quiere que comamos grasa.
Es un avance: hace una semana que solo comía ensaladas y purés de verduras. Le vendrá bien un poco de comida basura, para varia.
He decidido no decirle nada de los de Papá con Lou. No ganaría gran cosa sabiendo lo que le han hecho.
Pero, cuando le doy vueltas a lo sucedido, cada vez me da más rabia, y cada vez tengo más claro que debo hacer algo. El qué, no lo sé. Pero si de algo estoy segura es de que la bruja de Lou no se puede ir de rositas después de lo que ha hecho.
Tengo que hacerle algo que recuerde toda la vida. Algo que, al pasar el tiempo, siga escociéndola y pueda pensar: me lo tengo merecido.
Una vez, en un libro, leí que para hacer daño a una persona lo primero que había que tener claro eran las cosas que le importaban de verdad.
Así que loque tengo que decidir ahora es qué le importa a la tía Lou.
Lo demás es cuestión de tiempo.
Cosa mía.
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lunes, 25 de octubre de 2010
Haciendo el indio
Sí, eso es lo que hecho: una tontería. El ridículo más grande.
Ayer llamé a Silvia. Primero al móvil, y ni m lo cogió. Luego a su casa. Salió su madre, que es tonta perdida "Hola, Valeria, bonita, qué os pasa a ti y a mi niña que estáis enfadadas, con lo buenas amigas que erais". Luego me la pasó. Creo que tuvo que convencerla de que se pusiese, porque tardó un buen rato.
Cuando conseguí por fin hablar con Silvia, ni siquiera sabía qué decirle.
S- ¿Qué quieres? - me preguntó.
V- Nada. Hablar un rato.
S- Pues ya estás hablando. Qué.
V- Silvia, que llevamos un montón de tiempo siendo amigas, que esto no tiene sentido...
S- Ya. Pues haberlo pensado antes de darme un bofetón delante de todo el colegio.
V- Te recuerdo que te enrollaste con mi novio.
S- Ya no era tu novio, Valeria. Pero, a pesar de todo, tenías que montar el numerito. Darme una torta, que no me las ha dado nunca ni mi padre... Dejarme como una tonta delante del profe de alemán, que sabes que no me puede ni ver... Y comerme un castigo en la bilbioteca... Nunca, en toda mi vida, había pasado tanta vergüenza.
V- Pero...
S- No te lo perdono, Valeria. Ni aunque viviese mil años podría perdonarte. Ypienso hacer lo posible para que tu vida sea una mierda. ¿Lo has pasado mal estos días? Pues prepárate, porque todo va a ser así a partir de ahora.
Entonces le colgué el teléfono. Por lo menos me di el gusto de ser yo quien interrumpiera la conversación. Porque la verdad es que lo único que había conseguido era quedar delante de Silvia como una verdadera pringada.
Nos enseñan que hay que ir por la vida buscando soluciones, dando el primer paso, intentando conciliar... pero ¿no os paece que a veces es mucho mejor dejar las cosas tal y como están? ¿Qué al intentar arreglarlas se pueden ir a la mierda definitivamente?
Ahora ya sé que lo de Silvia no tiene arreglo. Y, la verdad, habría sido mejor pensar en que aún me quedaba alguna esperanza de que las cosas volvieran a ser como antes.
Ayer llamé a Silvia. Primero al móvil, y ni m lo cogió. Luego a su casa. Salió su madre, que es tonta perdida "Hola, Valeria, bonita, qué os pasa a ti y a mi niña que estáis enfadadas, con lo buenas amigas que erais". Luego me la pasó. Creo que tuvo que convencerla de que se pusiese, porque tardó un buen rato.
Cuando conseguí por fin hablar con Silvia, ni siquiera sabía qué decirle.
S- ¿Qué quieres? - me preguntó.
V- Nada. Hablar un rato.
S- Pues ya estás hablando. Qué.
V- Silvia, que llevamos un montón de tiempo siendo amigas, que esto no tiene sentido...
S- Ya. Pues haberlo pensado antes de darme un bofetón delante de todo el colegio.
V- Te recuerdo que te enrollaste con mi novio.
S- Ya no era tu novio, Valeria. Pero, a pesar de todo, tenías que montar el numerito. Darme una torta, que no me las ha dado nunca ni mi padre... Dejarme como una tonta delante del profe de alemán, que sabes que no me puede ni ver... Y comerme un castigo en la bilbioteca... Nunca, en toda mi vida, había pasado tanta vergüenza.
V- Pero...
S- No te lo perdono, Valeria. Ni aunque viviese mil años podría perdonarte. Ypienso hacer lo posible para que tu vida sea una mierda. ¿Lo has pasado mal estos días? Pues prepárate, porque todo va a ser así a partir de ahora.
Entonces le colgué el teléfono. Por lo menos me di el gusto de ser yo quien interrumpiera la conversación. Porque la verdad es que lo único que había conseguido era quedar delante de Silvia como una verdadera pringada.
Nos enseñan que hay que ir por la vida buscando soluciones, dando el primer paso, intentando conciliar... pero ¿no os paece que a veces es mucho mejor dejar las cosas tal y como están? ¿Qué al intentar arreglarlas se pueden ir a la mierda definitivamente?
Ahora ya sé que lo de Silvia no tiene arreglo. Y, la verdad, habría sido mejor pensar en que aún me quedaba alguna esperanza de que las cosas volvieran a ser como antes.
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domingo, 24 de octubre de 2010
Empiezo a pensar
Sí, eso es lo que hago: empiezo a pensar con claridad. Estoy sola y más bien colgada. Me que quedado sin novio, sin mejor amiga y sin familia.
Esto es lo que hay. Y no es mucho, para qué me voy a engañar.
Repasemos si hay algo que puedo recuperar:
a) A mi novio, ni de broma. Me plantó sin muchas contemplaciones, y luego se lío con otra. El que fuese mi amiga ni siquiera es lo más importante.
b)A mi familia, menos aún. Mi padre llegó un día diciendo que se largaba de casa porque necesitaba tiempo. Ahora, por lo menos, sé que lo que necesitaba era tiempo para darse el palo con otra tía. Así que descartada la idea de volver a ser una familia feliz.
c)A mi mejor amiga. Hummm...Podría ser...
Después de todo, nada de lo que ha pasado entre nosotras es irreversible. Ella me quitó a J., yo la abofeteé. Punto. No se ha muerto nadie, ni nada por el estilo. De hecho, soy yo quien debería estar enfadada. Quien tiene derecho a esperar que le pidan perdón.
Silvia no va a hacerlo por voluntad propia. Es orgullosa y cabezota como ella sola. Incapaz de bajarse de la burra, como dijo un día la profesora de historia cuando Silvia se empeñó en que la fecha que ella daba estaba bien y mal la que ponía el libro.
Creo que con eso está todo dicho.
Así las cosas... ¿cómo voy a esperar a que sea ella la que dé el primer paso para que nos reconciliemos?
Tengo que ser yo, por mucho que me cueste. Al fin y al cabo, Silvia y yo somos amigas desde los doce años. Eso es la prehistoria, como quien dice.
No es que me encante la idea de ser yo la que se humille, pero mi vida es un desastre ¿no? Así que debo ser quien haga algo para arreglarlo.
Esta tarde voy a llamar a Silvia.
¿Crees que es una tontería?
Esto es lo que hay. Y no es mucho, para qué me voy a engañar.
Repasemos si hay algo que puedo recuperar:
a) A mi novio, ni de broma. Me plantó sin muchas contemplaciones, y luego se lío con otra. El que fuese mi amiga ni siquiera es lo más importante.
b)A mi familia, menos aún. Mi padre llegó un día diciendo que se largaba de casa porque necesitaba tiempo. Ahora, por lo menos, sé que lo que necesitaba era tiempo para darse el palo con otra tía. Así que descartada la idea de volver a ser una familia feliz.
c)A mi mejor amiga. Hummm...Podría ser...
Después de todo, nada de lo que ha pasado entre nosotras es irreversible. Ella me quitó a J., yo la abofeteé. Punto. No se ha muerto nadie, ni nada por el estilo. De hecho, soy yo quien debería estar enfadada. Quien tiene derecho a esperar que le pidan perdón.
Silvia no va a hacerlo por voluntad propia. Es orgullosa y cabezota como ella sola. Incapaz de bajarse de la burra, como dijo un día la profesora de historia cuando Silvia se empeñó en que la fecha que ella daba estaba bien y mal la que ponía el libro.
Creo que con eso está todo dicho.
Así las cosas... ¿cómo voy a esperar a que sea ella la que dé el primer paso para que nos reconciliemos?
Tengo que ser yo, por mucho que me cueste. Al fin y al cabo, Silvia y yo somos amigas desde los doce años. Eso es la prehistoria, como quien dice.
No es que me encante la idea de ser yo la que se humille, pero mi vida es un desastre ¿no? Así que debo ser quien haga algo para arreglarlo.
Esta tarde voy a llamar a Silvia.
¿Crees que es una tontería?
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sábado, 23 de octubre de 2010
Dándole vueltas
Sigo dando vueltas a lo que vi el otro día: mi padre morreándose con una tipeja.
Una tipeja que es amiga de mi madre. Una tipeja que, cuando llama a casa y contesto yo al teléfono, me dice "¡Hola, Valeria, soy la tía Lou!"
La tía Lou. Ja, Ja, Ja.
Hace unos días pensaba que nada en mi vida podía ir peor. Claro que entonces no podía ni imaginarme que una persona a la que conozco de toda la vida iba a tener el valor de enrollarse con mi padre.
Reconozco que nunca he necesitado tanto una amiga. Alguien a quien poder contarle lo que me está pasando. A quien hablarle de mi madre, de mi padre, de esa cerda de Lou.
Pero estoy sola, y esto es lo que hay. Reconozco que a veces pienso lo bien que me sentaría llamar a Silvia y hablar con ella. Contarle todo esto, que me escuchara. Sienta bien compartir con alguien un secreto horrible. Lo que te guardas dentro crece, crece y cada vez se hace más grande. Más grande, y más malo.
Por eso doy más vueltas a las cosas. Porque tendré que llevar esto por mí misma. Tomar decisiones.
Y una cosa tengo clara. Esto no va a quedarse así.
Te preguntarás qué voy a hacer. Pues mira, todavía no lo sé
Pero ya se me ocurrirá algo.
Puedes apostar a que sí...
Una tipeja que es amiga de mi madre. Una tipeja que, cuando llama a casa y contesto yo al teléfono, me dice "¡Hola, Valeria, soy la tía Lou!"
La tía Lou. Ja, Ja, Ja.
Hace unos días pensaba que nada en mi vida podía ir peor. Claro que entonces no podía ni imaginarme que una persona a la que conozco de toda la vida iba a tener el valor de enrollarse con mi padre.
Reconozco que nunca he necesitado tanto una amiga. Alguien a quien poder contarle lo que me está pasando. A quien hablarle de mi madre, de mi padre, de esa cerda de Lou.
Pero estoy sola, y esto es lo que hay. Reconozco que a veces pienso lo bien que me sentaría llamar a Silvia y hablar con ella. Contarle todo esto, que me escuchara. Sienta bien compartir con alguien un secreto horrible. Lo que te guardas dentro crece, crece y cada vez se hace más grande. Más grande, y más malo.
Por eso doy más vueltas a las cosas. Porque tendré que llevar esto por mí misma. Tomar decisiones.
Y una cosa tengo clara. Esto no va a quedarse así.
Te preguntarás qué voy a hacer. Pues mira, todavía no lo sé
Pero ya se me ocurrirá algo.
Puedes apostar a que sí...
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miércoles, 20 de octubre de 2010
La verdad que duele
Os lo contaré todo. A lo mejor porque no puedo contárselo a nadie más.
A lo mejor porque encuentro alivio al escribir.
Ayer os conté qué había estado sola cuando fui con toda la clase al museo Thyssen. Lo que no podía imaginarme era que me esperaba algo mucho peor que sentirme desplazada mientras mis compañeros se divertían.
Como ya escribí, cuando acabó la visita todo el mundo se desperdigó por la zona para tomar algo o dar un paseo y yo me quedé sola, fingiendo que no me importaba nada pasear por Madrid más colgada que un jamón.
Me fijé entonces en un café muy pequeño y muy bonito, y pensé que a lo mejor sería agradable tomar allí un refresco, intentando no pensar en que mi vida era un mierda.
Y entré en el café.
Adivinad quien estaba dentro.
Mi padre.
Pero lo peor es que no estaba solo, sino con la mejor amiga de mi madre. Allí, los dos, cogidos de la mano, besuqueándose.
Me hubiese dado asco. Pero me dio tanta, tanta pena, que hasta me olvidé de sentir cualquier otra cosa.
¿Qué hice? Primero, quedarme allí parada. como si fuese una imbécil.
Luego, salir corriendo antes de que me viesen.
Ahora ya sé porqué mi padre nos dejó tiradas a mi madre y a mí: porque tiene un lío con otra.
La pregunta es ¿qué debo hacer ahora? ¿Hablar con mi madre? ¿Soportar sola este secreto?
¿Qué harías tú con esta verdad que tanto duele?
A lo mejor porque encuentro alivio al escribir.
Ayer os conté qué había estado sola cuando fui con toda la clase al museo Thyssen. Lo que no podía imaginarme era que me esperaba algo mucho peor que sentirme desplazada mientras mis compañeros se divertían.
Como ya escribí, cuando acabó la visita todo el mundo se desperdigó por la zona para tomar algo o dar un paseo y yo me quedé sola, fingiendo que no me importaba nada pasear por Madrid más colgada que un jamón.
Me fijé entonces en un café muy pequeño y muy bonito, y pensé que a lo mejor sería agradable tomar allí un refresco, intentando no pensar en que mi vida era un mierda.
Y entré en el café.
Adivinad quien estaba dentro.
Mi padre.
Pero lo peor es que no estaba solo, sino con la mejor amiga de mi madre. Allí, los dos, cogidos de la mano, besuqueándose.
Me hubiese dado asco. Pero me dio tanta, tanta pena, que hasta me olvidé de sentir cualquier otra cosa.
¿Qué hice? Primero, quedarme allí parada. como si fuese una imbécil.
Luego, salir corriendo antes de que me viesen.
Ahora ya sé porqué mi padre nos dejó tiradas a mi madre y a mí: porque tiene un lío con otra.
La pregunta es ¿qué debo hacer ahora? ¿Hablar con mi madre? ¿Soportar sola este secreto?
¿Qué harías tú con esta verdad que tanto duele?
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martes, 19 de octubre de 2010
Ahora ya lo sé todo
Ahora ya lo sé todo.
Ya sé por qué nos dejó mi padre.
Ya sé porqué se marchó así, sin más, sin dar explicaciones.
No sé si hubiera querido enterarme como lo hice, esta misma mañana. Había programada una estúpida excursión con el colegio. Una visita al Museo Thyssen. Lo mismo que el año pasado.
No es que no me guste la pintura. Sí me gusta, pero viéndola a mi aire, de la forma que yo quiero, y no con una profesora pesada insistiendo en que miremos esto o aquello, aquí o allá.
Por la mañana intenté escaquearme de la visita. Le dije a mi madre que me dolía la cabeza, y la garganta, y los oídos. Le hubiese dicho que me dolían las uñas de los dedos de los pies, si hubiese servido de algo. Pero no coló. Valeria, Valeria, Valeria... no te pases de lista...
Que no me pase de lista, dice. Claro, no es ella la que se va a pasar la mañana en un museo mirando rayas de colorines mientras una imbécil listilla intenta hacernos flipar delante de un cuadro.
Como si eso fuera posible. Como si no me tuviesen ya suficientemente flipada todas las cosas que me pasan.
El caso es que mi madre me obligó a subirme en el autobús. Hice sola todo el viaje a Madrid, mienttras los demás se reían de sus cosas y me echaban miraditas, y yo intentaba poner cara de que no me importaba una mierda que me estuviesen dejando de lado.
Luego, ya en el museo, hice sola todo el recorrido. La guía me miraba, supongo que preguntándose a qué venía que todo el mundo pasara de mí. ¿Qué pensaría? ¿Que soy una rarita? ¿Una chiflada? ¿Una extraterrestre? ¿Pensaría que soy una soplona, una chivata que les va con cuentos a los profesores y por eso todo el mundo pasa de ella? Y mientras yo seguí la visita intentando aparentar indiferencia, aunque tenía unas ganas tremendas de echarme a llorar allí, entre los reratos y los bodegones y todas esas mierdas en las que se gastó su fortuna un millonario chiflado. Anda que si yo tuviese la pasta del Thyssen ese también me la iba a gastar en comprar cuadritos para que los viesen unos adolescentes gilipollas.
Luego, cuando acabó la visita, nos dieron una hora libre para dar una vuelta por la zona. Todos se alejaron de mí en grupitos, buscando un lugar para tomar una cocacola.
Yo me fui sola,claro, y vagué por las calles cercanas hasta que di con un café pequeño y bonito.
Y entonces lo vi. Y, de golpe, lo entendí.
Por desgracia, ahora ya lo sé todo.
Ya sé por qué nos dejó mi padre.
Ya sé porqué se marchó así, sin más, sin dar explicaciones.
No sé si hubiera querido enterarme como lo hice, esta misma mañana. Había programada una estúpida excursión con el colegio. Una visita al Museo Thyssen. Lo mismo que el año pasado.
No es que no me guste la pintura. Sí me gusta, pero viéndola a mi aire, de la forma que yo quiero, y no con una profesora pesada insistiendo en que miremos esto o aquello, aquí o allá.
Por la mañana intenté escaquearme de la visita. Le dije a mi madre que me dolía la cabeza, y la garganta, y los oídos. Le hubiese dicho que me dolían las uñas de los dedos de los pies, si hubiese servido de algo. Pero no coló. Valeria, Valeria, Valeria... no te pases de lista...
Que no me pase de lista, dice. Claro, no es ella la que se va a pasar la mañana en un museo mirando rayas de colorines mientras una imbécil listilla intenta hacernos flipar delante de un cuadro.
Como si eso fuera posible. Como si no me tuviesen ya suficientemente flipada todas las cosas que me pasan.
El caso es que mi madre me obligó a subirme en el autobús. Hice sola todo el viaje a Madrid, mienttras los demás se reían de sus cosas y me echaban miraditas, y yo intentaba poner cara de que no me importaba una mierda que me estuviesen dejando de lado.
Luego, ya en el museo, hice sola todo el recorrido. La guía me miraba, supongo que preguntándose a qué venía que todo el mundo pasara de mí. ¿Qué pensaría? ¿Que soy una rarita? ¿Una chiflada? ¿Una extraterrestre? ¿Pensaría que soy una soplona, una chivata que les va con cuentos a los profesores y por eso todo el mundo pasa de ella? Y mientras yo seguí la visita intentando aparentar indiferencia, aunque tenía unas ganas tremendas de echarme a llorar allí, entre los reratos y los bodegones y todas esas mierdas en las que se gastó su fortuna un millonario chiflado. Anda que si yo tuviese la pasta del Thyssen ese también me la iba a gastar en comprar cuadritos para que los viesen unos adolescentes gilipollas.
Luego, cuando acabó la visita, nos dieron una hora libre para dar una vuelta por la zona. Todos se alejaron de mí en grupitos, buscando un lugar para tomar una cocacola.
Yo me fui sola,claro, y vagué por las calles cercanas hasta que di con un café pequeño y bonito.
Y entonces lo vi. Y, de golpe, lo entendí.
Por desgracia, ahora ya lo sé todo.
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domingo, 17 de octubre de 2010
Es de noche
No debería estar escribiendo, sino durmiendo.
Eso es lo que me acaba de decir mi madre: Valeria, no son horas de estar con el ordenador.
¿Y por qué no? ¿Qué debería estar haciendo? ¿Llorar por las esquinas?
El viernes fue como el jueves; o más bien peor. Porque había una fiesta en casa de uno de los chicos de clase. Yo estaba invitada. Pero la novia de este chico era una de las compañeras de las que me reía en los mails.
El viernes por la mañana élse me acercó y me dijo que no podía invitar a su casa a alguien que se reía de su novia a espaldas de ella.
Le dije que lo entendía. Qué otra cosa podía hacer?
Aunque ¿nunca habéis pensado que todo el mundo, hasta nuestros mejores amigos, han dicho alguna vez algo desagradable de vosotros?
El problema es que las cosas horribles que yo dije de la gente son gracias a Silvia de dominio público.
Ayer, cuando a la salida del colegio todos menos yo se fueron a la fiesta, sentí ganas de morirme.
Pero no es eso lo que voy a hacer.
Debería pasar a la acción. Cuando antes. Hacer algo para no sentir que estoy hecha de piedra.
Algo para volver a sentir una cosa distinta a una profunda compasión por mí misma.
Sé que se me ocurrirá.
Claro que no son horas para estar frente al ordenador. Pero me ayuda el pensar que estáis ahí, escuchándome.
Eso es lo que me acaba de decir mi madre: Valeria, no son horas de estar con el ordenador.
¿Y por qué no? ¿Qué debería estar haciendo? ¿Llorar por las esquinas?
El viernes fue como el jueves; o más bien peor. Porque había una fiesta en casa de uno de los chicos de clase. Yo estaba invitada. Pero la novia de este chico era una de las compañeras de las que me reía en los mails.
El viernes por la mañana élse me acercó y me dijo que no podía invitar a su casa a alguien que se reía de su novia a espaldas de ella.
Le dije que lo entendía. Qué otra cosa podía hacer?
Aunque ¿nunca habéis pensado que todo el mundo, hasta nuestros mejores amigos, han dicho alguna vez algo desagradable de vosotros?
El problema es que las cosas horribles que yo dije de la gente son gracias a Silvia de dominio público.
Ayer, cuando a la salida del colegio todos menos yo se fueron a la fiesta, sentí ganas de morirme.
Pero no es eso lo que voy a hacer.
Debería pasar a la acción. Cuando antes. Hacer algo para no sentir que estoy hecha de piedra.
Algo para volver a sentir una cosa distinta a una profunda compasión por mí misma.
Sé que se me ocurrirá.
Claro que no son horas para estar frente al ordenador. Pero me ayuda el pensar que estáis ahí, escuchándome.
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jueves, 14 de octubre de 2010
Más de lo mismo
Los chicos de clase no me hablan.
Supongo que es normal, después de que Silvia les haya puesto delante de las narices las pruebas de que soy una verdadera zorra.
Me gustaría que pudiesen ver también los correos que Silvia me enviaba a mí y en los que demostraba que puede ser tan mal bicho como yo. Incluso bastante peor...
Pero, claro, yo borré esos correos. ¿Que por qué lo hice? Porque mi madre tiene la costumbre de fisgar en mi ordenador. Bueno, no es fisgar por fisgar: es que a veces lo usa porque deja su dichoso portátil en la oficina.
Sabía que mi madre me la liaría parda si viese los correos que nos cambiábamos Silvia y yo, así que, sencillamente, los borré. Para evitarme problemas con mi madre.
No pensé que estuviese borrando indicios interesantes, pero lo hice. Ahora Silvia tiene pruebas de lo malísima persona que soy, y yo no tengo nada que enseñar para demostrar que no soy la única.
Y todo, claro, por culpa de mi madre. Si dejase en casa su portátil. Si no tuviese la manía de meter las narices en el mío con tanta frecuencia.Si fuese capaz de dejar que viva a mi aire. Si, sí, sí...
El caso es que los que antes eran mis amigos me miran con desconfianza, mi antigua mejor amiga me mira con un odio satisfecho y mi exnovio ni siquiera me mira.
Esto es una mierda.
Supongo que es normal, después de que Silvia les haya puesto delante de las narices las pruebas de que soy una verdadera zorra.
Me gustaría que pudiesen ver también los correos que Silvia me enviaba a mí y en los que demostraba que puede ser tan mal bicho como yo. Incluso bastante peor...
Pero, claro, yo borré esos correos. ¿Que por qué lo hice? Porque mi madre tiene la costumbre de fisgar en mi ordenador. Bueno, no es fisgar por fisgar: es que a veces lo usa porque deja su dichoso portátil en la oficina.
Sabía que mi madre me la liaría parda si viese los correos que nos cambiábamos Silvia y yo, así que, sencillamente, los borré. Para evitarme problemas con mi madre.
No pensé que estuviese borrando indicios interesantes, pero lo hice. Ahora Silvia tiene pruebas de lo malísima persona que soy, y yo no tengo nada que enseñar para demostrar que no soy la única.
Y todo, claro, por culpa de mi madre. Si dejase en casa su portátil. Si no tuviese la manía de meter las narices en el mío con tanta frecuencia.Si fuese capaz de dejar que viva a mi aire. Si, sí, sí...
El caso es que los que antes eran mis amigos me miran con desconfianza, mi antigua mejor amiga me mira con un odio satisfecho y mi exnovio ni siquiera me mira.
Esto es una mierda.
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miércoles, 13 de octubre de 2010
¿Cumpleaños feliz? Y una mierda...
Ha sido el peor cumpleaños de mi vida. Os cuento porqué.
Ya sabéis que el otro día le pegué una bofetada a mi amiga Silvia - ¿o debería decir a mi EXAMIGA Silvia? - y ella aseguró que me iba a arrepentir. La verdad, no me lo tomé muy en serio. Pensé que era cosa del calentón, y que se le pasaría.
Pues no se le pasó. Todo lo contrario.
Parece que la muy bruja estuvo dando vueltas al asunto todo el fin de semana hasta que se le ocurrió la manera de vengarse. Y lo hizo.
Os pongo en antecedentes: hace tiempo, a Silvia y a mí se nos ocurrió envarnos la una a la otra un correo semanal en los que dábamos unos premios secretos a las otras chicas de la clase. Por ejemplo, si Sara había estado muy pesada en la exposición de Literatura, la nombrábamos Reina del Rollazo. Si Cata traía al colegio una de sus minifaldas cortísimas, le dábamos el título de Miss Piernas Torcidas 2010... y todo así.
Vale, no digo que esté bien, pero son cosas que se hacen entre amigas. Silvia y yo nos partíamos de risa leyendo aquellos mails que estaban escritos con tan mala leche.
Pues hoy por la mañana, cuando llegué al colegio, me di cuenta de que Silvia había hecho copia de los mails que YO le había mandado y los había repartido por la clase.
Os podéis imaginar que mis compañeros no me cantaron precisamente el cumpleaños feliz.
Qué curioso: ayer tenía quince años y solo me odiaba Silvia...
Ahora tengo 16 y me odia toda la clase.
Cuando llegué a casa del colegio, vi quemi madre me había comprado una tarta.
Una tarta que tenía escrito arriba "Feliz cumpleaños".
Pues sí. Es un cumpleaños genial.
¿O no?
Ya sabéis que el otro día le pegué una bofetada a mi amiga Silvia - ¿o debería decir a mi EXAMIGA Silvia? - y ella aseguró que me iba a arrepentir. La verdad, no me lo tomé muy en serio. Pensé que era cosa del calentón, y que se le pasaría.
Pues no se le pasó. Todo lo contrario.
Parece que la muy bruja estuvo dando vueltas al asunto todo el fin de semana hasta que se le ocurrió la manera de vengarse. Y lo hizo.
Os pongo en antecedentes: hace tiempo, a Silvia y a mí se nos ocurrió envarnos la una a la otra un correo semanal en los que dábamos unos premios secretos a las otras chicas de la clase. Por ejemplo, si Sara había estado muy pesada en la exposición de Literatura, la nombrábamos Reina del Rollazo. Si Cata traía al colegio una de sus minifaldas cortísimas, le dábamos el título de Miss Piernas Torcidas 2010... y todo así.
Vale, no digo que esté bien, pero son cosas que se hacen entre amigas. Silvia y yo nos partíamos de risa leyendo aquellos mails que estaban escritos con tan mala leche.
Pues hoy por la mañana, cuando llegué al colegio, me di cuenta de que Silvia había hecho copia de los mails que YO le había mandado y los había repartido por la clase.
Os podéis imaginar que mis compañeros no me cantaron precisamente el cumpleaños feliz.
Qué curioso: ayer tenía quince años y solo me odiaba Silvia...
Ahora tengo 16 y me odia toda la clase.
Cuando llegué a casa del colegio, vi quemi madre me había comprado una tarta.
Una tarta que tenía escrito arriba "Feliz cumpleaños".
Pues sí. Es un cumpleaños genial.
¿O no?
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martes, 12 de octubre de 2010
Como un domingo
No ha sonado el teléfono en todo el puente.
Recuerdo otros puentes, y también otros domingos,cuando no estaba tan sola.
Frente a mí, mi madre me mira intentando que no me dé cuenta.
Sé que para ella esto también es difícil. Quizá se acuerde de lo distintos que eran también los domingos y los puentes cuando papá no se había largado de casa.
Me pregunto como puedes hacer eso: irte sin más. Un buen día te levantas y le dices a tu familia que te das el piro. Sin explicaciones, sin excusas. Yo nolo entendí, pero mi madre tampoco.
Hasta ahora, siempre había pensado que las cosas en casa estaban bastante bien. Mis padres no se peleaban ni nada de eso. No digo que fuésemos la familia perfecta, pero no estábamos tan mal.
Pero parece que mi padre lo veía de otra manera y por eso se marchó.
Al prinicipio lo sentía solo por mí. Ahora también lo siento por mi madre, que está ahí sentada, frente a mí, haciendo como que lee el periódico.Pero en realidad me está mirando, vigilando lo que hago, pendiente de mí, porque sabe que las cosas tampoco me van bien.
Tengo ganas de llorar. Pero no pienso hacerlo.
Recuerdo otros puentes, y también otros domingos,cuando no estaba tan sola.
Frente a mí, mi madre me mira intentando que no me dé cuenta.
Sé que para ella esto también es difícil. Quizá se acuerde de lo distintos que eran también los domingos y los puentes cuando papá no se había largado de casa.
Me pregunto como puedes hacer eso: irte sin más. Un buen día te levantas y le dices a tu familia que te das el piro. Sin explicaciones, sin excusas. Yo nolo entendí, pero mi madre tampoco.
Hasta ahora, siempre había pensado que las cosas en casa estaban bastante bien. Mis padres no se peleaban ni nada de eso. No digo que fuésemos la familia perfecta, pero no estábamos tan mal.
Pero parece que mi padre lo veía de otra manera y por eso se marchó.
Al prinicipio lo sentía solo por mí. Ahora también lo siento por mi madre, que está ahí sentada, frente a mí, haciendo como que lee el periódico.Pero en realidad me está mirando, vigilando lo que hago, pendiente de mí, porque sabe que las cosas tampoco me van bien.
Tengo ganas de llorar. Pero no pienso hacerlo.
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domingo, 10 de octubre de 2010
Pasando los días
Eso es lo que hago: dejar que los días pasen.
Entre otras cosas, porque tampoco puedo hacer nada más.
El fin de semana estuve sola en casa, con mi madre, pensando en J. y recordando lo que pasó con Silvia después de que la abofeteara.
El profesor de alemán nos castigó a las dos y tuvimos que quedarnos el viernes después de clase en la biblioteca.
Pensé que al estar allí, fastidiadas las dos, tendríamos un motivo para hacer las paces.
Pensé que Silvia acabaría reconociendo que se ha portado fatal conmigo enrollándose con J. cuando acabábamos de cortar.
Pensé que querría que las cosas entre las dos volviesen a estar bien.
Pensé, pensé, pensé... y mientras tanto Silvia solo estaba preocupada por haberse jodido la tarde del viernes en la maldita bibliotecadel colegio.
Por eso... y por haber hecho el ridículo llevándose una bofetada delante de todo el mundo.
Cuando, al acabar el castigo, me acerqué a ella. Iba a tenderle la mano, a decirle algo así como "lo pasado, pasado", pero ella me miró como si me odiase.
Luego me agaró el brazo y me lo retorció el brazo. Le dije que me soltase, que me estaba haciendo daño. Y contestó "¿te hace daño esto, querida idiota? Pues esto no es nada en comparación con el daño que voy a hacerte a partir de ahora".
Eso fue todo. Luego, mi madre me recogió delante del colegio y empezó para mí el peor fin de semana de mi vida.
¿Qué va a pasar ahora?
Entre otras cosas, porque tampoco puedo hacer nada más.
El fin de semana estuve sola en casa, con mi madre, pensando en J. y recordando lo que pasó con Silvia después de que la abofeteara.
El profesor de alemán nos castigó a las dos y tuvimos que quedarnos el viernes después de clase en la biblioteca.
Pensé que al estar allí, fastidiadas las dos, tendríamos un motivo para hacer las paces.
Pensé que Silvia acabaría reconociendo que se ha portado fatal conmigo enrollándose con J. cuando acabábamos de cortar.
Pensé que querría que las cosas entre las dos volviesen a estar bien.
Pensé, pensé, pensé... y mientras tanto Silvia solo estaba preocupada por haberse jodido la tarde del viernes en la maldita bibliotecadel colegio.
Por eso... y por haber hecho el ridículo llevándose una bofetada delante de todo el mundo.
Cuando, al acabar el castigo, me acerqué a ella. Iba a tenderle la mano, a decirle algo así como "lo pasado, pasado", pero ella me miró como si me odiase.
Luego me agaró el brazo y me lo retorció el brazo. Le dije que me soltase, que me estaba haciendo daño. Y contestó "¿te hace daño esto, querida idiota? Pues esto no es nada en comparación con el daño que voy a hacerte a partir de ahora".
Eso fue todo. Luego, mi madre me recogió delante del colegio y empezó para mí el peor fin de semana de mi vida.
¿Qué va a pasar ahora?
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viernes, 8 de octubre de 2010
Dudas
Me pregunto si alguna vez volveré a ser normal.
A ser la persona que era antes de que todo esto se me viniese encima.
Antes de que me levantase todas las mañanas con ganas de llorar.
Hoy está siendo un día mucho peor que todos los anteriores. Cometí un error: hablar con Silvia.
Silvia fue mi mejor amiga hasta hace unos cuantos días, cuando decidió pasarse por las narices nuestra amistad y cualquier otra cosa y se enrolló con el chico con el que yo salía.
Hoy, digo, cometí el error de intentar hablar con ella. No sé por qué lo hice.
No sé qué demonios esperaba que hiciera ella. Tal vez pedirme perdón, aunque está claro que no lamenta para nada lo que ha hecho. Pero yo necesitaba escuchar sus disculpas, quizá para convencerme a mí misma de que estaba arrependida y en realidad no quería hacerme daño.
Que equivocada estaba
Porque Silvia no se portó como la amiga que yo pensé que era. Me dijo que lo que había ocurrido entre ella y mi novio "son cosas que pasan". Eso fue lo que me dijo. Y luego añadió que tenía que comportarme como una adulta, pasar página, aceptar que ahora mi novio era su novio.
Y se me fue la pinza
Nunca hasta entonces me había pasado una cosa así, pero se me fue del todo.
Y le di a Silvia una bofetada. Una bofetada increíble, con la mano abierta, para cogerle toda la cara. Hasta le dejé marcados los dedos. Y encima lo vio todo el mundo, porque estábamos a punto de entrar en clase.
Y se armó. Vaya que sí. Porque Silvia no es de las que van por ahí quedándose de brazos cruzados. Se lanzó sobre mí como una fiera, y de no ser porque estaba por allí el profesor de alemán, me hubiese dado una buena.
Pero el profe nos separó, y nos castigó a las dos a quedarnos después de clase estudiando en la biblioteca.
De los nervios, del disgusto y de todo se me ha quitado el hambre. Así que, en vez de ir al comedor, me fui a la sala de ordenadores a escribir esto.
Le he pegado a Silvia. Nos han castigado a las dos.
Supongo que debería estar un poco contenta: ella tiene un tortazo y el castigo.
Pero sigo sintiéndome mal
¿Tú qué dices?
A ser la persona que era antes de que todo esto se me viniese encima.
Antes de que me levantase todas las mañanas con ganas de llorar.
Hoy está siendo un día mucho peor que todos los anteriores. Cometí un error: hablar con Silvia.
Silvia fue mi mejor amiga hasta hace unos cuantos días, cuando decidió pasarse por las narices nuestra amistad y cualquier otra cosa y se enrolló con el chico con el que yo salía.
Hoy, digo, cometí el error de intentar hablar con ella. No sé por qué lo hice.
No sé qué demonios esperaba que hiciera ella. Tal vez pedirme perdón, aunque está claro que no lamenta para nada lo que ha hecho. Pero yo necesitaba escuchar sus disculpas, quizá para convencerme a mí misma de que estaba arrependida y en realidad no quería hacerme daño.
Que equivocada estaba
Porque Silvia no se portó como la amiga que yo pensé que era. Me dijo que lo que había ocurrido entre ella y mi novio "son cosas que pasan". Eso fue lo que me dijo. Y luego añadió que tenía que comportarme como una adulta, pasar página, aceptar que ahora mi novio era su novio.
Y se me fue la pinza
Nunca hasta entonces me había pasado una cosa así, pero se me fue del todo.
Y le di a Silvia una bofetada. Una bofetada increíble, con la mano abierta, para cogerle toda la cara. Hasta le dejé marcados los dedos. Y encima lo vio todo el mundo, porque estábamos a punto de entrar en clase.
Y se armó. Vaya que sí. Porque Silvia no es de las que van por ahí quedándose de brazos cruzados. Se lanzó sobre mí como una fiera, y de no ser porque estaba por allí el profesor de alemán, me hubiese dado una buena.
Pero el profe nos separó, y nos castigó a las dos a quedarnos después de clase estudiando en la biblioteca.
De los nervios, del disgusto y de todo se me ha quitado el hambre. Así que, en vez de ir al comedor, me fui a la sala de ordenadores a escribir esto.
Le he pegado a Silvia. Nos han castigado a las dos.
Supongo que debería estar un poco contenta: ella tiene un tortazo y el castigo.
Pero sigo sintiéndome mal
¿Tú qué dices?
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miércoles, 6 de octubre de 2010
Cuando pase el tiempo
"La vida sigue". Claro, eso ya lo sé. El mundo no se acaba porque yo tenga problemas.
Pero mis problemas están ahí, por mucho que no se acabe el mundo. ¿Lo pillas?
Tengo varios problemas, pero hoy sólo quiero hablar de uno: yo salía con un chico y un buen día me dejó. No sé por qué, pero supongo que estas cosas pasan constantemente. Además, una no espera que una historia así dure para siempre ¿no? A los 16 años, sales con alguien y un día te dice eso de que te mereces algo mejor, o que necesita estar solo, y te deja tirada como una colilla. Vale, no es ningún drama.
La cosa se pone peor cuando, solo unos dias después de que te haya dejado, encuentras a tu novio dándose el palo con otra tía.
Y empeora un poco más cuando esa tía que está morreando con tu exnovio es amiga tuya desde hace cinco años.
Eso ocurrió la semana pasada. Volvi a casa llorando, y mi madre intentó que le contase lo que me pasaba. Pero no le dija nada. No quiero que mi madre vaya de coleguita. Mi madre es una adulta que me castiga, me echa broncas, me pone reglas estúpidas. Los coleguitas no hacen esas cosas, así que, mamá querida, te vas a quedar sin saber por qué lloro.
Y ¿sabéis lo que me dijo? Pues algo como "Valeria, te ocurra lo que te ocurra, cuando tengas treinta años ni siquiera te acordarás de por qué llorabas".
Es un consuelo cojonudo ¿a qué sí?
Me encanta saber que dentro de catorce años se me habrá pasado el disgusto. Ya me quedo tranquila.
Y, hasta entonces ¿qué se supone que tengo que hacer?
Dímelo tú
Pero mis problemas están ahí, por mucho que no se acabe el mundo. ¿Lo pillas?
Tengo varios problemas, pero hoy sólo quiero hablar de uno: yo salía con un chico y un buen día me dejó. No sé por qué, pero supongo que estas cosas pasan constantemente. Además, una no espera que una historia así dure para siempre ¿no? A los 16 años, sales con alguien y un día te dice eso de que te mereces algo mejor, o que necesita estar solo, y te deja tirada como una colilla. Vale, no es ningún drama.
La cosa se pone peor cuando, solo unos dias después de que te haya dejado, encuentras a tu novio dándose el palo con otra tía.
Y empeora un poco más cuando esa tía que está morreando con tu exnovio es amiga tuya desde hace cinco años.
Eso ocurrió la semana pasada. Volvi a casa llorando, y mi madre intentó que le contase lo que me pasaba. Pero no le dija nada. No quiero que mi madre vaya de coleguita. Mi madre es una adulta que me castiga, me echa broncas, me pone reglas estúpidas. Los coleguitas no hacen esas cosas, así que, mamá querida, te vas a quedar sin saber por qué lloro.
Y ¿sabéis lo que me dijo? Pues algo como "Valeria, te ocurra lo que te ocurra, cuando tengas treinta años ni siquiera te acordarás de por qué llorabas".
Es un consuelo cojonudo ¿a qué sí?
Me encanta saber que dentro de catorce años se me habrá pasado el disgusto. Ya me quedo tranquila.
Y, hasta entonces ¿qué se supone que tengo que hacer?
Dímelo tú
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martes, 5 de octubre de 2010
Nunca hasta ahora
Nunca hasta ahora había escrito un blog. Nunca había tenido un blog, ni pensado en tenerlo. Pero tampoco nunca me había sentido tan sola como ahora.
Hasta hace unos meses era feliz, o al menos eso pensaba, sin sospechar que mi vida, toda mi vida, era en realidad una gran mentira.
Mi mejor amiga no era en realidad mi amiga. El chico con el que salía no era la persona que yo pensaba que era.Ambos me traicionaron.
Y ahora mi padre también lo hace: nos ha dicho a mi madre y a mi que se va de casa.
No entiendo. No entiendo nada.
Estoy sola como nunca lo había estado
Por eso empiezo a escribir este blog. Porque a lo mejor tú, que no me conoces, puedes comprenderme.
Y puedes ayudarme.
Hasta hace unos meses era feliz, o al menos eso pensaba, sin sospechar que mi vida, toda mi vida, era en realidad una gran mentira.
Mi mejor amiga no era en realidad mi amiga. El chico con el que salía no era la persona que yo pensaba que era.Ambos me traicionaron.
Y ahora mi padre también lo hace: nos ha dicho a mi madre y a mi que se va de casa.
No entiendo. No entiendo nada.
Estoy sola como nunca lo había estado
Por eso empiezo a escribir este blog. Porque a lo mejor tú, que no me conoces, puedes comprenderme.
Y puedes ayudarme.
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