martes, 19 de octubre de 2010

Ahora ya lo sé todo

Ahora ya lo sé todo.

Ya sé por qué nos dejó mi padre.

Ya sé porqué se marchó así, sin más, sin dar explicaciones.

No sé si hubiera querido enterarme como lo hice, esta misma mañana. Había programada una estúpida excursión con el colegio. Una visita al Museo Thyssen. Lo mismo que el año pasado.

No es que no me guste la pintura. Sí me gusta, pero viéndola a mi aire, de la forma que yo quiero, y no con una profesora pesada insistiendo en que miremos esto o aquello, aquí o allá.

Por la mañana intenté escaquearme de la visita. Le dije a mi madre que me dolía la cabeza, y la garganta, y los oídos. Le hubiese dicho que me dolían las uñas de los dedos de los pies, si hubiese servido de algo. Pero no coló. Valeria, Valeria, Valeria... no te pases de lista...

Que no me pase de lista, dice. Claro, no es ella la que se va a pasar la mañana en un museo mirando rayas de colorines mientras una imbécil listilla intenta hacernos flipar delante de un cuadro.

Como si eso fuera posible. Como si no me tuviesen ya suficientemente flipada todas las cosas que me pasan.

El caso es que mi madre me obligó a subirme en el autobús. Hice sola todo el viaje a Madrid, mienttras los demás se reían de sus cosas y me echaban miraditas, y yo intentaba poner cara de que no me importaba una mierda que me estuviesen dejando de lado.

Luego, ya  en el museo, hice sola todo el recorrido. La guía me miraba, supongo que preguntándose a qué venía que todo el mundo pasara de mí. ¿Qué pensaría? ¿Que soy una rarita? ¿Una chiflada? ¿Una extraterrestre? ¿Pensaría que soy una soplona, una chivata que les va con cuentos a los profesores y por eso todo el mundo pasa de ella? Y mientras yo seguí la visita intentando aparentar indiferencia, aunque tenía unas ganas tremendas de echarme a llorar allí, entre los reratos y los bodegones y todas esas mierdas en las que se gastó su fortuna un millonario chiflado. Anda que si yo tuviese la pasta del Thyssen ese también me la iba a gastar en comprar cuadritos para que los viesen unos adolescentes gilipollas.

Luego, cuando acabó la visita, nos dieron una hora libre para dar una vuelta por la zona. Todos se alejaron de mí en grupitos, buscando un lugar para tomar una cocacola.

Yo me fui sola,claro, y vagué por las calles cercanas hasta que di con un café pequeño y bonito.

Y entonces lo vi. Y, de golpe, lo entendí.

Por desgracia, ahora ya lo sé todo.

2 comentarios:

  1. No sé lo que se siente al ver algo así... pero lo lamento mucho; lamento que hayas tenido que enterarte de este modo :S

    PD: aunque ahora ya sé de qué va el blog, como escribes unos post tan tristones y "posibles", te seguiré comentando :)

    Un abrazo*

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  2. Mucho apoyo :) Tiene que haber sido muy duro...

    D!SFRUTA!!

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