viernes, 28 de enero de 2011

Cosas que no entiendo

No es que me apetezca mucho hablar de ello, pero desde que estoy en Bline han empezado a ocurrirme cosas que no entiendo. Cosas raras, que hacen que esté inquieta.

Supongo que acabaré escribiendo sobre ellas, pero de momento no tengo ganas. Primero necesito ordenar mis ideas. Luego, supongo, no me importará compartirlas con alguien más, porque de momento estoy guardándome todo para mí sola.

Aquí no para de nevar. Hace frío. No pensé que pudiera hacer tanto, la verdad. Por fortuna, el pueblo entero parece estar preparardo para las bajas temperaturas. De no ser así, nos convertiríamos todos en productos de congelador.

Estoy contenta en el Insti. La gente, ya lo conté el primer día, es la mar de agradable. Me han recibido fenomenal. Ahora me he incorporado al grupo de estudio de Tara y sus amigas.

¿Qué es eso del grupo de estudio? Yo también me lo pregunté la primera vez. Resulta que aquí la gente estudia en grupos, en cada uno de los cuales hay alguien a quien se le da bien determinada asignatura. Yo soy el refuerzo de matemáticas. Una vez a la semana, a veces incluso más, nos reunimos en una casa para estudiar todas juntas y resolver dudas.

No estoy segura de que el sistema me convenza. Siempre he preferido estudiar sola. No se me da muy bien trabajar con más gente, y en cuanto a lo de explicar... me conozco, y sé que perderé la paciencia en cuanto tenga que aclarar una duda y no me entiendan a la primera. Pero ya sabéis lo que dicen: donde fueres, haz lo que vieres.

En fin, ya seguiré contando. Y lo aclararé todo en cuanto empiece a etender esas cosas que, de momento, dibujan en mi cabeza un interrogante.

lunes, 24 de enero de 2011

Mirar hacia otro lado

Tara me dijo que Víctor y ella se enrollaron el año pasado. Pues bueno. A mí, la verdad, lo mismo me da. Es cosa de ellos dos ¿no? Yo a Tara casi ni la conozco. En cuanto a Víctor... bueno, pues todavía no conozco menos que a Tara. Y me importa una mierda los rollos que se traigan el uno y la otra.

Sigo mi proceso de adaptación a Bline. Ya me voy acostumbrando al frío extremo de este pueblo. Y yo me quejaba del que hace en la sierra! Esto es otra cosa, os lo digo yo.

Por otro lado, tengo que reconocer que es bonito. La nieve, y todo eso. Los abetos, tan blancos bajo el peso del hielo. Los carámbanos. Las macetas con flores de pascua que aún cuelgan de las farolas, aunque hace mucho que acabó la Navidad. Los tejados de pizarra.  Y las casas de piedra, todas iguales.

Todas iguales, sí.

Y eso es algo que no acaba de gustarme. Esa uniformidad: en este pueblo, da la sensación de que todos se parecen unos a otros.

Eso hace que me sienta como un elemento extraño. Aunque no soy la única: Víctor tampoco es como los demás. Me doy cuenta de que cuando alguien hace un broma y todos se ríen al mismo tiempo, solo Víctor y yo nos quedamos como cortados. Como si no entendiésemos qué es lo que les hace tanta gracia a los otros. Hoy, cuando todos se desternillaban con una tontería que había dicho Toño, Víctor y yo nos quedamos callados y nos miramos.

Víctor.

Tara está loca por Víctor. Y Tara es amiga mía.

Así que debería empezar a mirar hacia otro lado. Por mucho que sigan atrayéndome los ojos de Víctor.

jueves, 20 de enero de 2011

Los ojos azules

Víctor tiene los ojos más azules que he visto en mi vida. Son unos ojos raros. Con la luz de la nieve parecen grises, pero luego tienen un raro color oscuro. Es alto. Y de espaldas anchas. Tara dice que hace mucho deporte. Debe ser por eso.

Es un chico raro. Le toma el pelo a todo el mundo, o al menos eso parece. Y, como dice continuamente, le gusta ir a su aire. En eso nos parecemos, supongo. A mí tampoco me hace gracia que me dirijan.

Víctor tiene una sonrisa muy bonita, de dientes perfectos. Parece un anuncio de pasta de dientes o algo así.O de una empresa de ortodoncias: "Confíe en nosotros y se quedará así".

Tiene mi edad, pero cuando está serio parece mayor. Y a veces da la sensación de que guarda un secreto. Un secreto que no está dispuesto a compartir con nadie. Eso parece difícil en Bline. Pero ¿acaso no tenemos todos derecho a tener nuestros secretos?

Víctor tiene el pelo castaño oscuro. Un pelo bonito y muy brillante. Tara dice que también es muy suave. Ella sabrá, digo yo.

Víctor me ha mirado a los ojos. Por eso sé que él tiene los ojos más extraños del mundo.

lunes, 17 de enero de 2011

Primer día de clase

Hoy he empezado en mi nuevo instituto. Son las dos y media y me he escapado a un ordenador para contaros un poco lo que hay por aquí.

Tara,que es muy buena chica, me recogió hoy en casa a las nueve menos cuarto para acompañarme en mi primer día. Se lo agradecí muchísimo, porque es difícil empezar sola en un sitio nuevo. Así que Tara se vinoconmigo y me presentó a mis nuevos compañeros.

Soy incapaz de recordar los nombres de todos, pero ya puedo decir que me demostraron más simpatía en cinco minutos que mis antiguos compañeros en cinco meses. Parecen alegres y contentos: está claro que les gusta vivir aquí. Y eso me da esperanzas. Esperanzas de que quizá algún día me encuentre en Bline tan bien como parecen encontrarse ellos.

Los profesores también parecen buena gente. Me dieron la bienvenida con mucha amabilidad. Es como si a todo el mundo le preocupase mi estado. Diréis que soy rara - bueno, de hecho lo soy - pero esa actitud no acaba de gustarme. La verdad, preferiría que se olvidasen de mí. Que me dejasen un poco a mi aire. Lo cual no quiere decir que no agradezca que se preocupen por mí.

La comida del instituto es buenísima, de verdad. Y, para colmo, a la hora del recreo nos sirven chocolate caliente y unos bizcochos muy ricos. Increíble ¿verdad? Tara me explicó que es solo durante el invierno, para evitar que en los meses de frío tengamos que salir fuera a tomar algo durante el descanso.

Y me doy cuenta de que, no sé si deliberadamente  o no, he dejado a Víctor para el final. Porque, después de que Tara me diese la lata con él, por fin lo he conocido.

Pero no voy a hablar de él ahora.Son casi las tres. Y es hora de volver a clase.

viernes, 14 de enero de 2011

Victor

Ayer pasé la tarde en casa de Tara. Fue muy divertido, sobre todo porque hacía semanas que no pasaba un rato largo con alguien de mi edad.

Tomamos sandwiches y chocolate caliente. Nunca me ha gustado mucho el chocolate, pero sucede que, con el frío y la nieve, apetece mucho más. Tara dice que su madre siempre tiene preparada una jarra de chocolate para cuando ella llega. La madre de Tara la cuida mucho. Creo que a veces demasiado.

Tara y sus padres se separaron hace siglos. Eso, supongo, la acerca un poco más a mí. Dice que lo ha superado. Que era muy pequeña cuando ocurrió, y que lo lleva bien. Me parece que no ve mucho a su padre, que también vive en Bline y tiene una tienda de ropa de montaña.

Tara me hablódel chico que le gusta. Se llama Víctor. Víctor Bicand. Según ella, es el chico más guapo de todo el Instituto. De todo el pueblo. De todo el mundo. Víctor. Salta a la vista que está colada por él. Según Tara, no solo está buenísimo, sinoque encima es listísimo, simpatiquísimo y no sé cuantas cosas más.

Supongo que exagera. Pero yo también exageraba al hablar de J. Eso es lo que pasa cuando estás enamorada, o cuando crees estarlo.

Una tarde de cotilleos, sandwiches y chocolate caliente.

Puede pareceros una tontería, pero lo he disfrutado mucho después de estos meses. Tengo la sensación de que soy de nuevo una persona normal.

miércoles, 12 de enero de 2011

Una nueva amiga

Creo que tengo una amiga. Se llama Tara y es hijade una compañera de mi madre en la Central hidroeléctrica. Tara es de mi edad. Estaremos juntas en clase cuando empiece en el Colegio, que está cerrado hasta el próximo lunes a causa del temporal de nieve.

Tara es simpática. La conocí en su casa, pues su madre nos invitó a comer a mi madre y a mí el primer díade nuestra estancia en Bline. Fue un detalle. La madre de Tara es una mujer amable y triste. Lo de triste no lo digo por decir: hace tiempo le pasó algo terrible, aunque eso ya os lo contaré otro día.

Os estaba hablando de Tara. Ha sido muy afectuosa conmigo. Me habló delpueblo, de los compañeros del colegio, de los profesores... parece que es muy feliz aquí. Dice que todos los chicos se llevan muy bien, que hacen planes de fin de semana, que hasta estudian juntos.

A mí, la verdad, tanta colectivización de la cosa me da un poco de mal rollo. En un test de personalidad que nos hicieron en el colegio - y que, dicho sea de paso, costó una pasta gansa - el psicólogo dijo que yo era excesivamente individualista. A mí me dieron ganas de contestarle que no hacía falta que mis padres se gastasen un dineral para averiguar eso. Yo voy por libre casi desde que nací.

Por eso, cuando Tara me hablaba de todas las actividades que hacen en grupo, de las jornadas de estudio en equipo, de las excursiones y las barbacoas, no sabía muy bien que pensar.

Pero estoy en el otro lado del país. He dejado atrás muchas cosas, y empezado una nueva vida aquí, bajo la nieve de Bline.

Quizá haya llegado el momento de ser un poco más... un poco más abierta. Más comunicativa.

Tara quiere ser mi amiga. Y yo necesito un poco de afecto de gente de mi edad, así que... ¿por qué no?

lunes, 10 de enero de 2011

El pueblo bajo la nieve

El hombre se llamaba Lauro. Es un compañero de trabajo de mi madre que había venido a buscarnos para enseñarnos nuestra nueva casa.

Lauro es amable, simpático, hablador. Sonríe siempre, pero la sonrisa se le queda en la boca, sin llegar a los ojos. No sé porqué, pero no me gusta, a pesar de que fue muy afectuoso y se preocupó mucho de habernos hecho sentir bien.

Lo que sí me gusta es la casa que han alquilado los de la central para nosotras. Una casa fantástica, de verdad. No sé si recordáis que os había dicho que me imaginaba que sería un apartamento más bien cutrcillo. Pues me equivoqué de medio a medio: es un chalet precioso, con chimenea, ventanas por todas partes, una buenísima calefacción y mucha, mucha luz.

Mi habitación es también preciosa. Nada cursi. Tenía miedo de que me hubiesen adjudicado uncuarto lleno de lacitos rosas y horteradas por el estilo, pero no han hecho nada de eso. En cuanto coloque mis cosas, quedará estupendo. Mejor incluso que mi cuarto en Madrid.

Ahora está nevando muy fuerte. Creo que nunca había visto nevar así. Parece que la nevada fuera a tragarse el pueblo entero. ¿Os lo imagináis? Toda una pequeña ciudad desapareciendo debajo de la nieve, y la gente preguntándose qué ha sido de Bline y de sus habitantes.

Últimamente tengo la imaginación un poco desparramada. Y no sé por qué.

domingo, 9 de enero de 2011

Acabamos de llegar

Escribo este post en el coche, desde mi iphone, así que perdonad si hay faltas. Acabamos de llegar a Bline y quiero compartir mis primeras impresiones.

Hace mucho frío. Veo un termómetro que marca seis grados bajo cero. Ha nevado mucho, pero la calzada está limpia y circulamos sin problemas. Ahora la nieve cae muy despacio. Ya es de noche, pero con tanto blacno alrededor, hay cierta claridad.

Bline. Parece un lugar tranquilo y bonito. Y de pronto me da por pensar que es demasiado bonito y demasiado tranquilo. Acabamos de dejar atrás un cartel que dice "Bienvenidos a Bline, el pueblo feliz".

Un pueblo feliz. ¿Es esoposible? ¿Existe en el mundo algún lugar así? ¿Y si es este? ¿Ysi he venido a parar a un sitio ideal?

Ahora nieva un poco más fuerte, ylos copos se estrellan contra el cristal delantero. Mamá parece cansada. Ha conducido todo el día. No hemos hablado mucho durante el viaje. Sé que a ella no el gusta que le den conversación mientras conduce.

Acabamos de parar frente a la gasolinera. Mamá asegura qe alguien vendrá a buscarnos, pero no se ve a nadie. Todo está desierto. Hasta la gasolinera parece cerrada. El viento sopla y levanta en remolinos los copos de nieve.

Me sobresalto cuando la cara de un hombre aparce en mi cristal

sábado, 8 de enero de 2011

Haciendo maletas

Mañana nos vamos a Bline.

Ayer estuve todo el día empaquetando cosas. Odio hacer maletas. Odio poner orden. Sin embargo, sta vez no podía escaqueame: era mi vida lo que había que meter en cajas.

Nuestra casa parece un campo de batalla: hay trastos por todas partes. Mi madre va de un sitio a otro de un humor de perros, dando instrucciones a los de la mudanza, preparando todo lo que va a quedarse en un guardamuebles y aquello que vamos a llevarnos a nuestro nuevo hogar.

En Bline, la compañía para la que va a trabajar mi madre nos ha alquilado una casa amueblada. No tenemos ni idea de como será - la verdad es que podrían haber mandado unas fotos¿no? Tampoco es tan difícil... - pero no sé por qué me temo que no va a ser nada del otro mundo. De hecho, me la imagino como uno de esos horribles apartamentos de playa con muebles baratos de contrachapado y vasos de duralex en la cocina.

Odio los vasos de duralex,que quede claro. Por mí los prohibiría en todo el planeta.

Como ya os dije, lo he tirado casi todo: ositos de peluche, muñecas, juguetes. Ropa que me había quedado pequeña y que no sé por qué seguía acumulada en el armario. Adornos horribles que conservaba por alguna razón. Recuerdos de viajes.

Las cosas que más me importan las embalé con cuidado para llevármelas a Bline: mi ropa, algunos cd´s, libros, los regalos de reyes... poco más, la verdad.

Rebuscando,  encontré un álbum con fotos: papá, mamá y yo en nuestras vacaciones. Silvia y yo de campamento y de excursión con el colegio. Con J. en una fiesta...

Es curiosa la sensación de pensar que se trata de imágenes que ya no pueden repetirse. Momentos que pertenecen a un pasado que se ha perdido para siempre. A lugares a los que ya es imposible volver.

Dudé sobre qué hacer con aquel album. ¿Debía llevármelo conmigo? ¿Era preferible deshacerse de él? No era una decisión fácil. De una forma o de otra, el album simbolizaba mi vida hasta ahora mismo, o más bien hasta el momento en que todo se estropeó y tuve que empezar otra vez. Ahora, mamá asegura que este traslado a Bline es la oportunidad que necesitamos ella y yo para reconstruír nuestras vidas.

Reconstruír mi vida... sí, por supuesto. Recomenzaré. Pero quiero seguir teniendo presente a la persona que fui. Recordar mi pasado, aunque con el deseo de superarlo.

Mi pasado está en ese álbum de fotos. No, no pienso tirarlo. Pero tampoco me lo llevaré conmigo.

Lo metí en una de las cajas con destino al guardamuebles. Quizá, dentro de algún tiempo, pueda volver a ver esas fotos sin hacerme daño.

jueves, 6 de enero de 2011

Regalos de reyes

Como toda hija de padres divorciados, este año he tenido unos regalos de reyes estupendos: vaqueros nuevos, un nuevo ipod, un nuevo reproductor de DVD, nuevas nike - de color morado, justo las que quería - un forro polar estupendo, unas botas de goretex y hasta un sobre con ciento cincuenta euros, regalos de mis abuelos que ya empiezan con la canción de que no saben qué comprarme y me prefieren dar dinero. (Y yo encantada, como os podés suponer)

Mi padre vino esta mañana a traerme sus regalos: una cazadora de ante de esas que luego no te pones por miedo a que se manchen, una bufanda con unos guantes a juego, unos libros y unas botas altas. No hice ni caso a nada de lo que me había traído, porque en cada uno de esos regalos yo veía la dichosa huella de la tía Lou.

Luego, mamá me pidió que saliese de la habitación porque quería hablar con mi padre a solas. Yo hice caso, pero me quedé en el cuarto de al lado con un vaso  de cristal pegado a la pared. Seguro que ya conocéis el truco, y, desde luego, vale para oir fenomenal.

Mamá le dijo a papá que nos múdábamos. Que le habían ofrecido un trabajo en una central hidroeléctrica en el Pirineo, y que lo había aceptado. Mi padre se puso como una fiera: que como había hecho eso sin consultarle a él, que no podía llevarme tan lejos, y bla,bla, bla.

Mamá estuvo estupendamente: le habló tranquila, calmada y sin alterarse. Le dijo que era una decisión que habíamos tomado ella y yo y, ya que él había sido tan oportuno al largarse de casa y dejarnos solas, no veía qué derecho tenía ahora a pedir vela en el entierro.

Así se habla, sí señor.

Total, que nos piramos. Levamos anclas. Nos damos el bote. Nos marchamos, vaya. Rumbo a un pueblo de las montañas supongo que dejado de la mano de Dios, pero donde nadie me conoce ni me va a hacer la vida imposible. La tierra prometida, vamos.

Así que voy a dar cerrojazo a mi pasado para empezar a vivir otra vez.

Y como no quiero pensar en eso ahora, me limito a mirar y remirar mis regalos de reyes. Los mejores regalos, los más generosos que he tenido desde que era una niña mimada a la que cargaban de juguetes caros.

Y, sin embargo, estas han sido las Navidades más tristes de toda mi vida. Menos mal que ya se acaban.

Menos mal que está a punto de empezar otra etapa.

martes, 4 de enero de 2011

¿Inmadura yo?

Nos vamos a Bline.

La decisión está tomada. Cada vez que lo pienso me entra pánico, y ya me he arrepentido media docena de veces pero... pero siempre acabo reconociendo que salir de aquí es lo mejor que me puede pasar.

Ahora hay que decírselo a papá. A ver como reacciona. Mi madre no las tiene todas consigo: "Ya verás como se va a poner tu padre".

Pues, lo que es por mí, que se ponga como le dé la gana. Si él no se hubiese largado de casa por las buenas, nada de todo esto hubiera pasado. Pero él va a su bola. Así que ahora que nose queje.

Yo he empezado ya a empaquetar mis cosas. Voy a tirar una buena parte de todo lo que he guardado durante estos años. Creo que a veces también los objetos nos atan al pasado así que... año nuevo, vida nueva. El camión de la basura va a necesitar mucho espacio extra.

En otro orden de cosas, he encontrado un mensaje de twitter en el que alguien me califica de "Inmadura". Me he quedado de piedra. Inmadura. Pues vaya...

¿Por qué se supone que lo soy? ¿Por sentirme desgraciada ante todas las cosas que me han pasado? ¿Por estar confundida, desorientada y triste? ¿Por sentirme sola quizás? No puedo evitar todo eso. Y, sobre todo, no creo que deba. Son mis sentimientos.

Inmadura. Mucha gente tiene constantemente esa palabra en la boca. Califican de inmaduro a todo aquel que no actúa según lo que ellos consideran correcto. Pero ¿qué es la madurez? Y, sobre todo ¿es una cualidad exigible a alguien de mi edad? ¿A una adolescente?

¿Que es ser maduro? ¿Se puede serlo a los dieciséis años? ¿No parece absurdo pedir a alguien que aún no ha cumplido los dicisiete que actúe, piense y hable como si tuviese cuarenta?

No soy una chica inmadura. Soy una chica muy joven. Una chica a la que le queda mucho por vivir, por aprender, por entender. Alguien que tiene muchas más preguntas que respuestas. Alguien que se siente incapaz de entender todo lo que le ocurre. Alguien que aún tiene que aprender antes de hacer eso que llamamos "madurar".

Sé que llegará ese momento. Entretanto, solo aspiro a aguantar el tirón sin lastimarme... o, mejor dicho, sin lastimar a los que me rodean.

¿Qué os parece a vosotros?

lunes, 3 de enero de 2011

Una nueva vida

Esta noche no he podido pegar ojo. Y,si digo que no es para menos, me daréis la razón cuando sepáis porqué.

No entro en detalles sobre la noche de fin de año, porque fue deprimente, deprimente, deprimente. Mi madre, mis abuelos y yo fingiendo que estábamos muy contentos de estrenar 2011. Menuda tontería.

El día uno lo pasamos solas mamá y yo, picoteando restos de la cena - mi abuela había traído comida como para alimentar a todo un colegio - y viendo películas malas por la tele. Y al llegar la noche, mi madre me dijo que tenía que hablar conmigo.

Me puse a temblar, claro. Tanta solemnidad no puede ser buena. Si uno quiere decir algo lo dice y punto. Cuando se prepara tanto el terreno, malo. Así que me senté frente a mi madre con la sensación de que se preparaba una buena.

- Valeria... ¿qué te parecería si nos mudásemos?
- ¿A la nueva casa en la otra urba?

(Pero si Silvia ya me había localizado allí y se había ocupado de prepararme el terreno para que mi vida fuese una mierda?)

- No... un poco más lejos. De hecho, fuera de Madrid

(Uppps)

- ¿A dónde, exactamente?
- Al Pirineo. A un pueblecito de montaña.
(¿Un pueblo de montaña? Pero ¿tan desesperada me ve mi madre que quiere llevarme al culo del mundo?)

- No sé... ¿hay agua corriente en ese pueblo?

(Mi madre se echó a reír con la pregunta. A mí no me parecía graciosa.Era necesario fijar cuanto antes las condiciones de vida que se me presentaban)

- ¡Valeria! Pues claro. Es un lugar precioso y muy desarrollado. Hay buenas tiendas, cafeterías, un centro comercial... y una estación de esquí a veinte minutos. En cuanto recuperes lamovilidad en la pierna,. podrás esquiar todos los fines de semana. También hay un instituto estupendo...

(Vale, mamá. Ponle música y estarás haciendo una campaña publicitaria de pueblo de marras)

- No sé... ¿Y por qué ese sitio precisamente?
- Verás, me han ofrecido un trabajo... un trabajo estupendo. Más interesante y mejor pagado que el que tengo. Es en una central hidroeléctrica. Ya sabes que siempre me han interesado los asuntos de energía limpia...

(Ya. Y todo lo que tenga que ver con la dichosa conservación del medio ambiente. Deberíais escuchar a mi madre cuando me lavo los dientes con el grifo abierto o dejo correr más de losdeseable el agua de la ducha. Por no hablar de todo lo que dio la tabarra para que colocásemos paneles solares en el techo de casa...)

- ... es, como te digo, un buen empleo. Y, sobre todo, una gran oportunidad para empezar de nuevo.

(Se puso seria)

- Valeria, hace tiempo que no somos felices. Ni tú ni yo. Cuando eso ocurre, es bueno plantearse un cambio. Pero la decisión no está tomada. Depende de ti. No quiero arrastrarte a un lugar al que no desees ir. Solo te pido que lo pienses.

(Me quedé callada, mirando a mi madre, y no sé porqué se me ocurrió recordar que la quería mucho)

- ¿Cómo dices que se llama el pueblo ese?

- Bline