sábado, 8 de enero de 2011

Haciendo maletas

Mañana nos vamos a Bline.

Ayer estuve todo el día empaquetando cosas. Odio hacer maletas. Odio poner orden. Sin embargo, sta vez no podía escaqueame: era mi vida lo que había que meter en cajas.

Nuestra casa parece un campo de batalla: hay trastos por todas partes. Mi madre va de un sitio a otro de un humor de perros, dando instrucciones a los de la mudanza, preparando todo lo que va a quedarse en un guardamuebles y aquello que vamos a llevarnos a nuestro nuevo hogar.

En Bline, la compañía para la que va a trabajar mi madre nos ha alquilado una casa amueblada. No tenemos ni idea de como será - la verdad es que podrían haber mandado unas fotos¿no? Tampoco es tan difícil... - pero no sé por qué me temo que no va a ser nada del otro mundo. De hecho, me la imagino como uno de esos horribles apartamentos de playa con muebles baratos de contrachapado y vasos de duralex en la cocina.

Odio los vasos de duralex,que quede claro. Por mí los prohibiría en todo el planeta.

Como ya os dije, lo he tirado casi todo: ositos de peluche, muñecas, juguetes. Ropa que me había quedado pequeña y que no sé por qué seguía acumulada en el armario. Adornos horribles que conservaba por alguna razón. Recuerdos de viajes.

Las cosas que más me importan las embalé con cuidado para llevármelas a Bline: mi ropa, algunos cd´s, libros, los regalos de reyes... poco más, la verdad.

Rebuscando,  encontré un álbum con fotos: papá, mamá y yo en nuestras vacaciones. Silvia y yo de campamento y de excursión con el colegio. Con J. en una fiesta...

Es curiosa la sensación de pensar que se trata de imágenes que ya no pueden repetirse. Momentos que pertenecen a un pasado que se ha perdido para siempre. A lugares a los que ya es imposible volver.

Dudé sobre qué hacer con aquel album. ¿Debía llevármelo conmigo? ¿Era preferible deshacerse de él? No era una decisión fácil. De una forma o de otra, el album simbolizaba mi vida hasta ahora mismo, o más bien hasta el momento en que todo se estropeó y tuve que empezar otra vez. Ahora, mamá asegura que este traslado a Bline es la oportunidad que necesitamos ella y yo para reconstruír nuestras vidas.

Reconstruír mi vida... sí, por supuesto. Recomenzaré. Pero quiero seguir teniendo presente a la persona que fui. Recordar mi pasado, aunque con el deseo de superarlo.

Mi pasado está en ese álbum de fotos. No, no pienso tirarlo. Pero tampoco me lo llevaré conmigo.

Lo metí en una de las cajas con destino al guardamuebles. Quizá, dentro de algún tiempo, pueda volver a ver esas fotos sin hacerme daño.

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